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Nuestra historia es invisible: Julieta Kirkwood

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“Nuestra historia es invisible, como es invisible
toda la historia de los oprimidos”

Fragmento del texto ‘Feminario’ – 1987

«Hablar de historia es difícil; pero hablar de historia de la mujer lo es más por varias razones: la casi inexistencia de libros e investigaciones sobre el tema; las mujeres no cuentan su historia (además no soy historiadora).

Pero, la razón de fondo es que sumergirse en la historia es una aventura muy compleja, de gran responsabilidad y que trae una serie de efectos. Bloch lo plantea así:

- La incapacidad que tenemos de comprender el presente, nace fatalmente de la ignorancia del pasado; pero agrega que;
- No es menos vano y absurdo querer entender el pasado si no se sabe nada del presente, porque aquí está la vida-viva y sobre ella y desde ella actuamos; en cambio, para reconocer la vidaviva en el pasado, tenemos que desarrollar tremendos esfuerzos de imaginación.

Ahora bien, si entrar a la historia, en general, es difícil y requiere de un gran esfuerzo, la historia de la mujer supone uno doble y aún más imaginación.

Ahora bien, si entrar a la historia, en general, es difícil y requiere de un gran esfuerzo, la historia de la mujer supone uno doble y aún más imaginación. Porque apenas conocemos el presente de nuestra condición: apenas sabemos cómo y cuánto trabajamos; cómo vivimos; qué se nos niega; cómo somos alienadas; ¿cuál es nuestra identidad? ¿somos algo más que la clase del marido, del padre, del hermano? ¿cómo es nuestra biología, nuestra sexualidad? ¿cómo es nuestra psiquis, nuestra inteligencia? ¿cómo nos comportamos políticamente, en las organizaciones? ¿cuál es nuestro papel en la educación, la salud, etc.?

La conclusión a que se llega: nuestra historia es invisible, como es invisible toda la historia de los (conquistados) oprimidos.

Recién estamos construyendo laboriosamente nuestro presente. De nuestra historia pasada casi nada o poco sabemos. ¿Es Gabriela Mistral, premio Nobel, nuestra historia? ¿Es Fresia? De esos mitos individualizados algo sabemos. ¿Y de las otras, de esas millones que trabajan en fábricas, en el empleo doméstico, en las casas, en las cocinas prendidas por siglos? La conclusión a que se llega: nuestra historia es invisible, como es invisible toda la historia de los (conquistados) oprimidos.

Así, las mujeres también hemos heredado una “historia general” y una historia de nuestra participación en particular (de apoyo), narrada y constituida por los hombres (por la cultura masculina). Esto ha supuesto (al igual que la historia de la conquista), una cierta desviación que nos ha dejado en silencio e invisibles frente a la historia.

o me refiero a la maldad de un hombre (aunque a veces…), sino de un sistema cultural total que establece y fija roles rígidos en virtud del orden, de la religión, de la filosofía, etc., también inventados por los hombres.

(…) Bien, decíamos que o no teníamos historia o ésta está narrada por los hombres que nos hacen invisibles. Pero, todo el mundo sabe que ser hombre es distinto a ser mujer, y que probablemente ha sido así antes. Luego, tendríamos una historia no conocida. De allí que un primer paso para superar este peso de la historiografía masculina (hegemónica), en nuestras conciencias y en nuestro hacer, tendrá que querer mostrar las características de masculinidad de esa historia y reconocer, tomar visible (sacar a luz, parir) todo lo actuado por las mujeres, especialmente, todo lo hecho por aquellas que antes que nosotras han resistido, han luchado, por cambiar nuestra condición.

Cuando hablo de “masculinidad”, no me refiero a la maldad de un hombre (aunque a veces…), sino de un sistema cultural total que establece y fija roles rígidos en virtud del orden, de la religión, de la filosofía, etc., también inventados por los hombres.

La mayoría de las veces, los orígenes de los logros actuales en la condición de la mujer nos son desconocidos, no identificados.

La mayoría de las veces, los orígenes de los logros actuales en la condición de la mujer nos son desconocidos, no identificados. Así, tendemos a creer que son “concesiones” de nuestros amantes protectores, e ignoramos que otras antes que nosotras han sufrido castigos, presiones, prisiones, torturas, muerte, para que hoy nos paremos cuasi como seres humanos, ciudadanas, con derecho a leer y educarse, con derecho a trabajar, a proteger nuestra maternidad, a no vendarse los pies, a no deformarse cuellos ni cinturas, ni pechos. En suma, a paramos como aspirantes a “personas integrales”.

La historia global, sistemáticamente ha olvidado, cuando no ha desvirtuado, el origen de las concepciones que cambiaron la vida de las mujeres, haciéndonos olvidar, como decía, que cada uno de esos logros ha supuesto luchas, resistencias, titánica voluntad (las mujeres inventan muchos de los procedimientos que pasan a la izquierda: asalto al congreso, huelgas de hambre, encadenarse, etc.)».

Julieta Kirkwood (1936-1985) fue una socióloga chilena, reconocida por impulsar desde la academia al movimiento feminista, además de ser referente de los estudios de género en América Latina. Fue opositora activa de la dictadura de Augusto Pinochet, planteó la relación ente democracia y feminismo, además a ella se le atribuye el que sería el lema del movimiento feminista en su país durante esta etapa: “Democracia en la calle, en la casa y en la cama”.

Entre sus textos más conocidos están ‘Tejiendo rebeldías: escritos feministas’, ‘El feminismo como negación del autoritarismo’, ‘Feminarios’, entre otros.

Repartir el trabajo

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El reparto del trabajo permite pensar en una distribución de las cargas, y así, en un reparto del empleo e incluso en una reducción de las jornadas laborales

Una vieja consigna proveniente del anarquismo demandaba el reparto del trabajo. Es una idea simple pero poderosa que parte de un hecho evidente: el trabajo está concentrado, lo que lleva a que unos tengan ese ingreso y otros no, que unas personas tengan que trabajar mucho mientras que otras no pueden trabajar nada (o trabajar de manera informal sin ninguna estabilidad).

el trabajo está concentrado, lo que lleva a que unos tengan ese ingreso y otros no, que unas personas tengan que trabajar mucho mientras que otras no pueden trabajar nada

Hay trabajos con una carga laboral enorme, en los que no existe como tal una jornada, ni fines de semana, ni en general un espacio propicio para el ocio y otras actividades. Mientras que hay otros trabajos en los que el ingreso no está realmente justificado.

En los primeros, la identidad se va fundiendo con el trabajo porque la carga laboral va llevando a que la vida no sea más que el cargo. Entonces, así sea sin intención, se termina pensando todo el tiempo, casi que exclusivamente, en el trabajo, sea en lo que ha sucedido, lo que va a suceder, o en las relaciones interpersonales de ese ámbito. 

El reparto del trabajo permite pensar en una distribución de las cargas, y así, en un reparto del empleo e incluso en una reducción de las jornadas laborales, pero el sistema siempre empuja hacia la concentración de recursos, conocimientos, o cargas. Se prefiere tener un trabajo explotador, en el que el individuo explotado compite por su empleo con el colega y con el desempleado, antes que una mejor organización de ingresos y tareas. En últimas, se deja de lado la posibilidad de una organización del empleo cuyo principio sea la colaboración.

la concentración del trabajo, contradictoriamente, propicia la ineficiencia y la ineficacia, porque va configurando a trabajadoras y trabajadores desgastado

Incluso la concentración del trabajo, contradictoriamente, propicia la ineficiencia y la ineficacia, porque va configurando a trabajadoras y trabajadores desgastados, ansiosos o deprimidos que van cumpliendo a medias con lo que se les exige para poder dar cuenta de todo. Es una lógica absurda. Mientras tanto, gran cantidad de personas desempleadas, deprimidas por esa condición, desean ocupar esos cargos sobreexplotados. 

Cabe precisar que reparto es distinto a división, la división del trabajo que lleva a la ampliación de la diferencia entre trabajo manual e intelectual, y que lleva, a su vez, a la reproducción del imaginario según el cual unas personas son las únicas capacitadas para pensar y mandar y otras para hacer y obedecer. El reparto responde, más bien, a la distribución equitativa y a la superación gradual de esa idea de división. 

Ese desgaste diario, sea por el empleo o el desempleo, debería ser suficiente para imaginar otros modos de vivir, otros modos que lleven a pensar más allá de las lógicas del capitalismo que tienden a la concentración. Otros modos en los que sea posible «trabajar menos, trabajar todos, producir lo necesario y redistribuir todo».

El “White Power” usa corpse paint: del black metal al fascismo

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La música ha sido un insumo social importante: desde su papel como medio para acicalar las necedades burguesas hasta la representación del sentir juvenil, social y revolucionario en las principales coyunturas de la escena mundial, y particularmente, en la latinoamericana. Sin embargo, un sector del black metal, raya con la línea de lo paradójico. Por su contenido, por sus liricas, sus letras e incluso discurso fuertemente religioso y, en otros casos, nacionalista, el black metal ha logrado cautivar la atención de millones de seguidores, pero también de perseguidores.

A la escena de esos áridos años, se mezcló un elemento en este género que, hasta el sol de hoy, ha alcanzado límites de lo misantrópico: el elemento Nazi.

Desde su metamorfosis acelerada en los años 90s, etapa con diferentes hechos marcaron la entrada a una nueva ola, la quema de iglesias y el asesinato masivo de personas era frecuente, el black metal se caracterizó por su agresividad e incluso restricción en un primer momento. A la escena de esos áridos años, se mezcló un elemento en este género que, hasta el sol de hoy, ha alcanzado límites de lo misantrópico: el elemento Nazi.

El movimiento de Black Metal Nacional Socialista, o sus siglas en ingles NSBM, es quizás uno de los más polémicos tanto en contenido como en ritmo y demás. Sus integrantes se caracterizan por coincidir en un discurso nacionalista, que es respaldado por el odio, la oscuridad y el rescate de elementos anticristianos de la escena clásica de los años 90s; no obstante, estos individuos van mucho más allá del espectro estético, pues su contenido artístico, ni tan siquiera entre líneas, defiende arbitraria pero directa y fidedignamente un discurso político.

No obstante, esto es en realidad una instrumentalización del discurso estético y espiritual del black metal clásico, el cual, explicita y desmesuradamente, revive no solo un discurso, sino también la ilusión de repetir un momento en específico de la historia

Un carácter principal de este movimiento es definido por Garrell (2003) quien abarca a su vez la definición del movimiento por integrantes de bandas de esta escena, dice que “este movimiento es una extensión lógica de la disidencia política y espiritual inherente al black metal” (2003, p. 307). No obstante, esto es en realidad una instrumentalización del discurso estético y espiritual del black metal clásico, el cual, explicita y desmesuradamente, revive no solo un discurso, sino también la ilusión de repetir un momento en específico de la historia, dicho momento es el holocausto o también llamada “Solución final”.

Este tipo de bandas, incluso desde su propio nombre, caracteriza su claro enfoque ideológico; tal es el caso de la banda francesa Gestapo 666, cuya influencia directa está en la que solía ser la policía secreta del régimen Nazi. Con sus letras, evocan no solo una posición ideológica, sino también que validan un momento histórico pútrido en el que el exterminio era el único medio para abastecer al honor nacional; siendo esta la manifestación del nacionalismo sucio y ambiguo que aun defienden muchos ¿o no le suena a sumercé familiar?

Otro insumo de instrumentalización es el teológico, materializado en el odio al cristianismo, haciendo del discurso nacionalista, una propuesta de combate a lo que es el aspecto religioso. Retomando el ejemplo de Gestapo 666, en su canción “Gestapo Of Satan” estos afirman: “Los judíos fueron eliminados primero, para satisfacer a nuestro señor SATANAS”. Sin embargo, en realidad el discurso anticristiano, característico de la escena clásica del black metal de los 90s, es solo un pretexto.

En su gen primitivo en los 90s, Varg Vikerns, líder y único miembro de Burzum, buscaba con su propuesta musical anular el discurso cristiano e imponer una religión pagana alterna, símbolo de la destrucción de la raza

El anticristianismo tiene otro objetivo además de la imposición de un discurso nacionalista; dicho objetivo es reivindicar la religión pagana. En su gen primitivo en los 90s, Varg Vikerns, líder y único miembro de Burzum, buscaba con su propuesta musical anular el discurso cristiano e imponer una religión pagana alterna, símbolo de la destrucción de la raza y de imposición de una nueva generación de hombres. Lo anterior apoyado en discursos racistas, homófobos e incluso xenófobos.

En la actualidad, esta escena del NSBM es primordial, y más en el contexto bélico, siendo esta otra de sus estratagemas de justificación del discurso. La base fundamental de la ideología de la escena NSBM, hoy, es el extremo nacionalismo, gen del Nazismo en la validación del exterminio de millones de personas. En Ucrania, por ejemplo, contexto en disputa con Rusia, bandas de black metal han apoyado ideológica y pragmáticamente las determinaciones de Vladimir Zelensky, en donde la nación está por encima de la integridad humana, y la vida de millones de personas se pierde solo por el deseo enfermo de reivindicar un nacionalismo con claras bases fascistas.

En Ucrania, por ejemplo, contexto en disputa con Rusia, bandas de black metal han apoyado ideológica y pragmáticamente las determinaciones de Vladimir Zelensky, en donde la nación está por encima de la integridad humana

Es preocupante el cómo el discurso fascista alcanza el aspecto estético de la humanidad, sinónimo de libertad y trascendencia. La escena del black metal, pese a que es una en donde tanto individuos como estilo y propuesta estética e ideológica es densa, no puede permitir que agrupaciones con claras intenciones de revivir etapas sádicas de la historia y discursos de odio que justifiquen la superioridad, sean parte de una propuesta musical que queda plasmada en el panteón de la cultura, en donde, inmediatamente, será validada la propuesta estética que esconde claros intereses políticos, religiosos, pero también culturales y personales.

Bibliografía

Gardell. M (2003) Gods of the Blood: The pagan Revival and White Separatism. Carolina del Norte: Universidad de Duke.

Opinión de  J. S Ramírez. Estudiante de filosofía de la Universidad de Caldas, amante de la música mamerta y de la historia del pensamiento. 

Crítica a la crítica del Ministerio de Igualdad

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Circula por ahí un video de una ONG ‘progre’ en el que critican el Ministerio de la Igualdad. Lo ví por curiosidad porque quería conocer las razones, bien sustentadas, por las que no están de acuerdo con la nueva cartera, supuse que sus argumentos estarían lejos de los de la derecha. Hasta saque papel y lápiz para tomar nota porque me imaginé que pondrían sobre la mesa debates teóricos, nombrarían autoras y toda la cosa, pero no. Me equivoqué.

El argumento es básicamente el siguiente: el Ministerio es un desperdicio de plata porque ya hay otras entidades o direcciones que trabajan con esas poblaciones, la contratación se presta para pagar favores políticos y no es más que una propuesta vacía.

Ya hay varios artículos y videos que hablan sobre la estructura del Ministerio, el bajo presupuesto que tiene en comparación con otros, o el reto que tiene la vicepresidenta y ministra Francia Márquez para acompasar las dos agendas, así que no me voy a detener en eso que ya ha sido ampliamente analizado sino de los siguientes aspectos:

1.

Los tres poderes públicos en Colombia se han construido con una lógica machista, racista, clasista y patriarcal, no es una exageración, es una verdad de perogrullo. El Ministerio de la Igualdad rompe con este esquema en el ejecutivo y, además, lo pone en función de la garantía de derechos de comunidades históricamente excluidas. 

2.

700 cargos para un ministerio es una cifra realmente muy baja. Los viceministerios son: de la mujer; de juventud; para las poblaciones y territorios excluidos y la superación de la pobreza; de las diversidades; y, finalmente, de pueblos étnicos y campesinos. Digamos que cada viceministerio va a tener la misma cantidad de funcionarios, serían entonces, más o menos, 140 personas en cada uno. Es decir, cada viceministerio va a ser más chiquito que la alcaldía local de Ciudad Bolívar en Bogotá.

Es decir, cada viceministerio va a ser más chiquito que la alcaldía local de Ciudad Bolívar en Bogotá.

Un ejemplo, hay resguardos o consejos comunitarios que superan las 3000 personas, hay zonas de reserva campesina o territorios campesinos agroalimentarios que superan las 800 personas, teniendo en cuenta eso me pregunto ¿Será que 700 personas son suficientes? porque aquí estamos hablando del Estado, no de otra ONG. Creo que las preocupaciones en este sentido deberían ser: ¿Cómo van a manejar las cargas laborales para que sea una entidad eficiente, pero no a costa de quienes trabajarán allá?, ¿Cómo le van a garantizar atención en salud mental a l_s funcionarios para evitar el síndrome de burnout?

También sería chévere hablar sobre el Estado como empleador, pensando en el fortalecimiento de lo público con contratación directa o, así sea, por prestación de servicios. Parece que hemos normalizado la reproducción de la tercerización de esta oferta estatal por medio de las ONGs o las empresas, sin que eso se traduzca, necesariamente, en mayor gestión o eficiencia.

3.

Seguramente van a poner cuotas políticas en el Ministerio de la Igualdad, no faltarán uribistas y godos, de hecho, es de esperarse que eso pase, porque un gobierno se construye a partir de la negociación, es así como se logra la gobernabilidad. Es ingenuo esperar que sea diferente.

4.

La articulación con otras direcciones que misionalmente apuntan a trabajar con estos sectores es una preocupación importante, pero poner al mismo nivel la subdirección de alguna cosa, con un viceministerio, da cuenta del desconocimiento de la estructura del Estado, de los alcances presupuestales o del peso político que se le da a ciertos temas.

5.

Es válido azararse, pero si somos de sectores ‘progres’, las preocupaciones con el Ministerio de la Igualdad son diferentes a las de las derechas. 

El Ministerio de la Igualdad no va a terminar con la desigualdad en el país, pero si cambia la forma en la que se ha venido abordando , entendiendo que los problemas del país son estructurales, y que la exclusión es resultado de eso, no de las personas que no fueron capaces de echarle ganas a la vida. 

Es válido azararse, pero si somos de sectores ‘progres’, las preocupaciones con el Ministerio de la Igualdad son diferentes a las de las derechas. 

Recordemos que Colombia va más allá del barrio tranqui en el que algun_s viven, que hay sectores a los que, lamentablemente, no les queda otro camino diferente al delito porque encuentran todas las puertas cerradas y su experiencia está marcada por la subalternidad, o que estudiar ya no es sinónimo de movilidad social. Para cerrar, como diría Silvio Rodríguez en la Canción en Harapos:

Qué fácil es protestar por la bomba que cayó
A mil kilómetros del ropero y del refrigerador
Qué fácil es escribir algo que invite a la acción
Contra tiranos, contra asesinos
Contra la cruz o el poder divino
Siempre al alcance de la vidriera y el comedor

Posdata: un artículo de opinión no es objetivo, sin embargo, sí es importante estudiar antes de decir lo que se va a decir, toca revisar bibliografía, consultar con las amistades, en fin, el contenido importa no solo los likes. 

Un sistema jodido: meritocracia

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Ya no necesita bases pues la sociedad se ha convertido en su base, se ha encargado de apropiarlo y expandirlo, dañando cada día a las personas, su mentalidad y el funcionamiento del mundo.

Eres incapaz, no eres útil, trabaja, eres una basura. Los cimientos de un sistema que degrada constantemente a las personas, las humilla, las hace sentir menos y las desprecia. En el que la desigualdad social se acentúa constantemente y se basa en ella para extender su plaga desde las escuelas hasta los espacios de trabajo. Ya no necesita bases pues la sociedad se ha convertido en su base, se ha encargado de apropiarlo y expandirlo, dañando cada día a las personas, su mentalidad y el funcionamiento del mundo. Meritocracia. Un nombre que probablemente sea extraño para muchas personas, lo que lo hace aún peor, ya que no son capaces de ver el problema en el que están envueltos.

Pero esta visión utópica sobre la sociedad se ha basado en muchas incoherencias que han conducido a un sistema no realista. La base de esta incoherencia es el ideal de una igualdad social en la que todos puedan tener los mismos privilegios y oportunidades.

La meritocracia ha sido, durante décadas, la forma en que las élites mantienen el dominio sobre las masas, así han construido una jerarquía en torno a la idea del mérito. Esta misma idea de mérito se ha difundido en la sociedad como un estímulo positivo, ya que se ha presentado como la forma en que «las personas con más talento [son dirigidas] a los puestos funcionalmente más importantes y, por lo tanto, mejora la supervivencia y la eficiencia de una sociedad» (Scully, M. A., 2015). Pero esta visión utópica sobre la sociedad se ha basado en muchas incoherencias que han conducido a un sistema no realista. La base de esta incoherencia es el ideal de una igualdad social en la que todos puedan tener los mismos privilegios y oportunidades. Un concepto erróneo que, con ello, conduce a la justificación de esas mismas desigualdades. Como dice Shanon McCoy en su libro Priming meritocracy and the psychological justification of inequality, «este sistema de creencias justifica las desigualdades de estatus localizando la causa de las diferencias de estatus en los talentos y esfuerzos individuales de los miembros del grupo» (McCoy, S., 2007). Así que, básicamente, la meritocracia es lo que conduce a la discriminación, los estereotipos y la no dignificación en la sociedad. Todo esto puede parecer una conclusión apresurada, pero si se analiza todo el panorama, se puede evidenciar la forma en que los problemas comienzan en las raíces de la sociedad. La educación. 

Sin embargo, en esa misma sociedad postindustrialista el acceso a la educación en sí es limitado, por lo que, volviendo a la afirmación de Bell, no todos en la sociedad tienen las mismas oportunidades de «defenderse».

El sistema educativo norteamericano es un mecanismo políticamente utilizado para mantener vivo el ideal meritocrático, ya que ayuda a los alumnos a digerir la idea de que todos en la escuela tienen las mismas posibilidades, y las buenas o malas notas están alineadas sólo con el factor esfuerzo. Según Bell (1973), la educación superior en una sociedad postindustrialista, se convierte en una «necesidad defensiva». Sin embargo, en esa misma sociedad postindustrialista el acceso a la educación en sí es limitado, por lo que, volviendo a la afirmación de Bell, no todos en la sociedad tienen las mismas oportunidades de «defenderse».

las personas sólo son concebidas como iguales, mismas capacidades, mismas posibilidades, mismos talentos, el sistema prohíbe a los alumnos desarrollarse creativamente y dar su propia contribución a la sociedad de manera que realmente puedan dar lo mejor de sí mismos para los demás, basándose en aquello para lo que son buenos.

La educación es un factor determinante de la futura estratificación de la sociedad, y si no todo el mundo tiene acceso a la educación, la exclusión y marginación de grupos de personas es inevitable. Un efecto preocupante de una visión acrítica de la meritocracia es que, al no reconocer que hay mayores desigualdades sociales estructurales en juego, puede haber una tendencia a considerar que los estudiantes que no alcanzan niveles educativos superiores han fracasado en sus propios términos (Karabel 2005; McNamee y Miller 2004; Young 2001). Por otro lado, tenemos las restricciones creativas y de desarrollo inherentes a la educación. Debido a las diferencias entre los individuos, sus distintas habilidades, capacidades y talentos, la forma de ver la sociedad como la vigilancia y el éxito de los más talentosos está sesgada por la idea de que somos una masa. En las escuelas o universidades, las personas no son tomadas como individuos, sino como masas, que pueden ser todas estandarizadas y categorizadas «igual que las patatas, grado A, grado B, grado C, y así saber cuál es la mejor patata y cuál no, cuál es la mejor persona y cuál no» (Wolff, 2020). De esta manera, las personas sólo son concebidas como iguales, mismas capacidades, mismas posibilidades, mismos talentos, el sistema prohíbe a los alumnos desarrollarse creativamente y dar su propia contribución a la sociedad de manera que realmente puedan dar lo mejor de sí mismos para los demás, basándose en aquello para lo que son buenos. Esta última parte nos lleva al problema del trabajo, el cual es uno de los principales responsables de la degradación de la sociedad desde la meritocracia. 

La respuesta a la pregunta: ¿por qué menos reconocida? Es básicamente porque la educación ya predispone a los individuos a ese mismo mecanismo. La humillación cuando se obtiene una mala nota es similar a cuando el jefe insulta al subordinado en el trabajo, FUE SU CULPA.

Después de la educación, la necesidad que Bell (1973) explicó, se encuentra en el mundo laboral, lo que muchos llaman el «mundo real» y es en este contexto, que la marginación, la humillación, la exclusión y la desigualdad en general es más evidente, pero menos reconocida. La respuesta a la pregunta: ¿por qué menos reconocida? Es básicamente porque la educación ya predispone a los individuos a ese mismo mecanismo. La humillación cuando se obtiene una mala nota es similar a cuando el jefe insulta al subordinado en el trabajo, FUE SU CULPA. En los espacios laborales «las diferencias iniciales en oportunidades y recompensas moldean el rendimiento y/o las oportunidades y recompensas subsiguientes, de tal manera que aquellos que reciben más oportunidades y recompensas iniciales tienden a recibir aún más con el tiempo» (Khan, S., & Jerolmack, C., 2013). Por lo tanto, si el sistema educativo estaba totalmente jodido al principio debido a sus desigualdades sociales, esto se refleja directamente en un espacio de trabajo laboral igual de jodido. Es el sistema culpando a las personas por sus propios fallos.

Así que la infelicidad en la sociedad moderna está altamente relacionada con el modelo capitalista y consumista.

Por último, los efectos de la meritocracia repercuten directamente en los individuos, conduciéndolos al autodesprecio y al conformismo debido a la idea de «es su culpa» que este sistema ha difundido. La infelicidad está constantemente relacionada con el fracaso en la obtención del «éxito» en la vida. Así que la infelicidad en la sociedad moderna está altamente relacionada con el modelo capitalista y consumista. La infelicidad actual es causada por el funcionamiento de la sociedad, por el deseo constante de una vida utópica, que gira en torno a la idea del dinero.

El dinero se gana a través de un trabajo y esa ganancia está delimitada por lo que has podido aprender a lo largo de tu vida, lo cual es inherente establecer como parámetro, debido a las diferencias sociales de nuestra sociedad. Un sistema fallido. «Kasser describe investigaciones suyas y de otros que demuestran que cuando las personas organizan su vida en torno a objetivos extrínsecos, como la adquisición de productos, manifiestan mayor infelicidad en las relaciones, peor humor y más problemas psicológicos. Kasser distingue los objetivos extrínsecos -que tienden a centrarse en las posesiones, la imagen, el estatus y la recepción de recompensas y elogios- de los intrínsecos, que persiguen resultados como el crecimiento personal y la conexión con la comunidad y son satisfactorios en sí mismos». (DeAngelis, T., 2004). Hasta que las personas no sean capaces de cambiar la definición que la sociedad ha dado al éxito, la felicidad individual se convertirá en una meta imposible, inhibida por un sistema podrido.

Referencias

  • Goldthorpe, J., & Jackson, M. (2008). Education-based Meritocracy: The Barries to its Realisation. Stato e mercato, (1), 31-60.
  • Liu, A. (2011). Unraveling the myth of meritocracy within the context of US higher education. Higher education, 62(4), 383-397.
  • McCoy, S. K., & Major, B. (2007). Priming meritocracy and the psychological justification of inequality. Journal of experimental social psychology, 43(3), 341-351.
  • Brown, P., & Tannock, S. (2009). Education, meritocracy and the global war for talent. Journal of Education Policy, 24(4), 377-392.
  • Haybron, D. M., & Haybron, D. M. (2008). The pursuit of unhappiness: The elusive psychology of well-being. Oxford University Press on Demand.
  • Hauser, R. M. (2002). Meritocracy, cognitive ability, and the sources of occupational success. Madison, WI: Center for Demography and Ecology, University of Wisconsin.
  • van Dijk, H., Kooij, D., Karanika-Murray, M., De Vos, A., & Meyer, B. (2020). Meritocracy a myth? A multilevel perspective of how social inequality accumulates through work. Organizational Psychology Review, 10(3-4), 240-269.
  • DeAngelis, T. (2004). Consumerism and its discontents. Monitor on Psychology, 35(6), 52.
  • Michelle, R. (2021, 19 febrero). The Popular Definition of Success & Why It’s Complete Bullshit. Medium. Recuperado 16 de febrero de 2022, de https://medium.com/the-ascent/the-popular-definition-of-success-5a1b2e15770d
  • RichardDWolff. (2019, 23 agosto). Wolff Responds: Meritocracy [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=lyV6w9oviF4
  • TED. (2020, 15 septiembre). The tyranny of merit | Michael Sandel. YouTube. Recuperado 16 de febrero de 2022, de https://www.youtube.com/watch?v=Qewckuxa9hw&t=235s
  • The Agenda with Steve Paikin. (2020, 23 septiembre). Michael Sandel: The Tyranny of Merit. YouTube. Recuperado 16 de febrero de 2022, de https://www.youtube.com/watch?v=FFaLj3YWkGo&t=818s
  • Levy Economics Institute Levy Economics Institute. (2016, 25 abril). Richard D. Wolff Lecture on Worker Coops: Theory and Practice of 21st Century Socialism. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=a1WUKahMm1s

Daniel Alejandro Ospina Cruz (17 años). Es ex estudiante del colegio San Carlos de Bogotá, Colombia. Es una persona interesada en temas filosóficos y sociales, lo cual plasmó en varias publicaciones a través de su vida estudiantil. Su experiencia se basa principalmente en el amplio repertorio literario que tiene y la ardua investigación bibliográfica que ha recopilado a través de los años con respecto a temáticas como la post-democracia, desigualdad, concepto filosófico de la felicidad, entre otros. Instagram: @daniel.ospina400

Bueno para nada, de Mark Fisher

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Comparto mis propias experiencias de sufrimiento psíquico no porque crea que haya algo especial o único en ellas, sino para apoyar la afirmación de que muchas formas de depresión son mejor entendidas –y mejor combatidas– a través de marcos que son impersonales y políticos más que individuales y “psicológicos”.

He sufrido intermitentemente de depresión desde que era un adolescente. Algunos de estos episodios fueron sumamente agotadores y acabaron en autolesiones, periodos de abstinencia (en los que podía pasar meses en mi propia habitación, solo aventurándome a salir para cobrar el seguro de desempleo o comprar las mínimas cantidades de comida que consumía) y estancias en clínicas psiquiátricas. No diría que estoy recuperado de esa condición, pero me complace decir que la frecuencia y la severidad de los episodios depresivos han disminuido enormemente en los últimos años. En parte, como consecuencia de algunos cambios en mi situación personal, pero también porque he llegado a tener un entendimiento diferente de mi depresión y de sus causas. Comparto mis propias experiencias de sufrimiento psíquico no porque crea que haya algo especial o único en ellas, sino para apoyar la afirmación de que muchas formas de depresión son mejor entendidas –y mejor combatidas– a través de marcos que son impersonales y políticos más que individuales y “psicológicos”.

Escribir sobre la propia depresión es difícil. La depresión está en parte constituida por una desdeñosa voz “interior” que te acusa de autoindulgencia –no estás deprimido, solamente te estás lamentando de ti mismo, debes tranquilizarte–; y esa voz tiende a despertarse cuando se hace pública la condición. Por supuesto, no se trata para nada de una voz “interior”: es la expresión internalizada de fuerzas sociales reales, algunas de las cuales tienen un interés particular en negar cualquier conexión entre depresión y política.

Mi depresión siempre estuvo vinculada a la convicción de que yo era literalmente bueno para nada.

Mi depresión siempre estuvo vinculada a la convicción de que yo era literalmente bueno para nada. Pasé la mayor parte de mi vida, hasta los treinta años, creyendo que nunca iba a trabajar. A los veinte, anduve a la deriva entre los estudios de posgrado, los períodos de desempleo y los trabajos temporales. En cada uno de esos roles, sentí la misma falta de pertenencia: como universitario, porque era un diletante que en cierto modo había falsifcado su camino, no un académico con todas las letras; como desempleado, porque realmente no estaba desempleado como aquellos que honestamente buscaban trabajo; como empleado temporal, porque sentía que me desempeñaba incompetentemente y, en cualquier caso, porque tampoco pertenecía realmente a esas oficinas o fábricas, no porque fuera “demasiado bueno” para ellas, sino –al contrario– porque era sobreeducado e inservible, y ocupaba el puesto de alguien que lo necesitaba y lo merecía más que yo. Incluso cuando estaba en las clínicas psiquiátricas, sentía que realmente no estaba deprimido: solamente estaba simulando la condición para evitar trabajar o, en la infernalmente paradójica lógica de la depresión, la simulaba para ocultar el hecho de que era incapaz de trabajar y de que no había ningún lugar para mí en la sociedad.

No se trata de que estos modelos sean enteramente falsos, sino de que le escapan –y deben escaparle– a la causa más probable de esos sentimientos de inferioridad: el poder social.

Cuando eventualmente obtuve un trabajo como profesor en un centro de formación profesional, estuve eufórico por un tiempo; pero por su misma naturaleza, esa euforia mostraba que no me había sacado de encima los sentimientos de futilidad que pronto conducirían a nuevos períodos de depresión. Carecía de la calma confianza de quien ha nacido para ocupar un rol. En un nivel no demasiado profundo, evidentemente todavía no creía ser el tipo de persona que pudiera tener un trabajo como profesor. ¿Pero de dónde provino esa creencia? La escuela de pensamiento dominante en psiquiatría ubica los orígenes de esas “creencias” en fallos en la química del cerebro, que tienen que ser corregidos con medicamentos; como es sabido, el psicoanálisis y el resto de las terapias infuenciadas por él buscan las raíces del sufrimiento psíquico en el trasfondo familiar; mientras que las terapias cognitivas están menos interesadas en localizar el origen de las creencias negativas que en simplemente reemplazarlas por un conjunto de historias positivas. No se trata de que estos modelos sean enteramente falsos, sino de que le escapan –y deben escaparle– a la causa más probable de esos sentimientos de inferioridad: el poder social. La forma de poder social que más me afectó fue el poder de clase, aunque por supuesto el género, la raza y otras formas de opresión producen la misma sensación de inferioridad ontológica, expresada con exactitud en el pensamiento que articulé más arriba: yo no soy ese tipo de persona que desempeña roles destinados al grupo dominante.

A instancias de uno de los lectores de mi libro Realismo capitalista, comencé a investigar la obra de David Smail. Smail –un terapeuta que plantea centralmente la cuestión del poder– confirmó las hipótesis sobre la depresión con las que me había tropezado. En su esencial libro The Origins of Unhappiness [Los orígenes de la infelicidad], Smail describe el modo en que las marcas de clase están diseñadas para ser indelebles. Para aquellos a los que desde la cuna se les enseña a pensarse a sí mismos como inferiores, la adquisición de califcaciones o riqueza raramente será sufciente para borrar –sea en sus mentes o en las mentes de los demás– la sensación primordial de inutilidad que los ha marcado desde su más temprana edad. Alguien que se mueve fuera de la esfera social que “se supone” debe ocupar siempre corre peligro de sufrir sentimientos de vértigo, pánico y horror: “Aislado, desconectado, rodeado por un espacio hostil, repentinamente te encuentras sin conexiones, sin estabilidad, sin nada a lo que aferrarte para mantenerte erguido o en tu lugar; una vertiginosa y nauseabunda no-realidad toma posesión de ti; te ves amenazado por una completa pérdida de identidad, una sensación de absoluta fraudulencia; no tienes ningún derecho a estar aquí, ahora, en este cuerpo, vestido de ese modo; eres una nada, y ser ‘nada’ es casi literalmente lo que sientes que será tu destino”.

Desde hace algún tiempo, una de las tácticas más exitosas de la clase dominante ha sido la responsabilización. Cada uno de los miembros de la clase subordinada es empujado a creer que la pobreza, la falta de oportunidades o el desempleo son solo culpa suya, y de nadie más.

Desde hace algún tiempo, una de las tácticas más exitosas de la clase dominante ha sido la responsabilización. Cada uno de los miembros de la clase subordinada es empujado a creer que la pobreza, la falta de oportunidades o el desempleo son solo culpa suya, y de nadie más. Los individuos se culparán a sí mismos más que a las estructuras sociales, que igualmente han sido inducidos a creer que realmente no existen (solo son excusas esgrimidas por los débiles). Lo que Smail llama “voluntarismo mágico” –la creencia de que está en manos de cada individuo la posibilidad de ser lo que quiera– es la ideología dominante y la religión no-oficial de la sociedad capitalista contemporánea, impulsada por los “expertos” de los realities y los gurús corporativos, así como también por los políticos. El voluntarismo mágico es tanto un efecto como una causa del histórico bajo nivel de conciencia de clase actual. Es la otra cara de la depresión, cuya convicción subyacente es que somos los únicos responsables de nuestra propia miseria y que, por lo tanto, la merecemos. Una doble exigencia particularmente despiadada es impuesta hoy sobre los desempleados estructurales en el Reino Unido: a una población a la que durante toda su vida se le ha dado el mensaje de que es inútil, ahora se le dice que puede hacer cualquier cosa que desee.

Una doble exigencia particularmente despiadada es impuesta hoy sobre los desempleados estructurales en el Reino Unido: a una población a la que durante toda su vida se le ha dado el mensaje de que es inútil, ahora se le dice que puede hacer cualquier cosa que desee.

Debemos entender la resignada obediencia de la población del Reino Unido al mandato de austeridad como la consecuencia de una depresión deliberadamente cultivada. Esta depresión se manifesta en la aceptación de que las cosas empeorarán (para todos excepto para una pequeña elite), de que tenemos suerte por el mero hecho de tener un trabajo (así que no tenemos que esperar salarios que le sigan el paso a la infación), de que no podemos permitirnos la contención colectiva del Estado de bienestar. La depresión colectiva es el resultado del proyecto de resubordinación de la clase dirigente. Desde hace un tiempo, cada vez aceptamos más la idea de que no somos el tipo de personas que pueden actuar. No se trata de una falla de la voluntad, así como tampoco una persona deprimida puede simplemente “sentirse bien” y cambiar de actitud. La reconstrucción de la conciencia de clase es en efecto una tarea formidable, que no puede ser lograda a través de soluciones existentes; pero, a pesar de lo que nos dice nuestra depresión colectiva, puede ser puesta en marcha. Inventar nuevas formas de involucramiento político, revivir las instituciones que se han vuelto decadentes, convertir la desafección privatizada en ira politizada: todo esto puede hacerse, y una vez que ocurra, ¿quién sabe qué es posible?

Propaganda, bulos, «Fake News» y posverdad

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Una invención ajustada para cazadores de views, likes y todo tipo de interacciones del mass media.

Una noticia es una construcción discursiva basada en un hecho real, dada su naturaleza narrativa puede presentarse ante los ojos del lector a través de un sinfín de alusiones imagenológicas. Claro está, todas ellas deberían ceñirse a la autenticidad del acontecimiento como premisa integral del periodismo, pese a ser no más que una pretensión olvidada en el imaginario actual de escritores(as) y editores(as), nos enfrentamos a la turbulenta oleada de la historia soñada. Una invención ajustada para cazadores de views, likes y todo tipo de interacciones del mass media.

Aunque dicho fenómeno no gestó los bulos «Fake News», podemos encontrarlos en cada periodo de la Historia desde la Antigüedad como las denuncias realizadas por Sócrates hacia los sofistas griegos por recorrer los pueblos de Hélade divulgando mentiras, en la Edad Media a través de las falsificaciones de bulas papales, en la Edad Moderna con la difusión de la segunda parte de El Quijote por Alonso Fernández de Avellaneda y por último la Edad Contemporánea donde la invasión alienígena ha sido una idea recalcitrante desde que Orson Wells la propagó en 1983 en medios radiales[1].

Si bien las Fakes News son tan viejas como la historia de la humanidad ¿qué las hace tan peligrosas en la actualidad?

Si bien las Fakes News son tan viejas como la historia de la humanidad ¿qué las hace tan peligrosas en la actualidad? Su problema reside en el régimen de impacto del subconsciente colectivo y velocidad de propagación. Se trata pues de un torbellino propagandístico que devasta y condena a la sociedad al cúmulo de adeptos frenéticos de la fast information.

Noticias crudas, viscerales, fabricadas en las cloacas de los principales diarios del país, cuyo objetivo consiste en influir en la opinión pública, posicionar un discurso emotivo a través del miedo, la indignación, la repulsión y el desprestigio. Elementos clave en la manipulación mediática y responsables de la violencia política aun latente, por ejemplo, en las grandes refinerías de crudo —y no me refiero al petróleo— se destilan titulares febriles y artificiosos como “Exguerrillero o Ingeniero” o  “Petro se viste de Dictador”.

Elementos clave en la manipulación mediática y responsables de la violencia política aun latente, por ejemplo, en las grandes refinerías de crudo —y no me refiero al petróleo— se destilan titulares febriles y artificiosos como “Exguerrillero o Ingeniero” o  “Petro se viste de Dictador”.

Aquel pseudoperiodismo fabrica a diario historias a modo de commodities cuidadosamente diseñados para incrustarse en la mente de cada individuo, su estrategia consiste en tres pilares inmiscibles que garantizan la reproducción de las experiencias particulares como discursos aceptables en el marco de la posverdad. Cada relato se torna veraz porque atiende al papel del sujeto en sociedad, la construcción de la memoria y su rol como ciudadano.

No se quede con el titular, lea, pregunte antes de compartir, no sea otra victima más de las Fake News.

Sin más preámbulo los dadores de experiencias hacen uso del tiempo de residencia de las ideas, el sitio activo de las creencias del individuo y el complejo emoción-reacción, dicha triada garantiza la legitimación de sus discursos. Siendo esto un efecto imaginativo y de credibilidad variable, detonante de la falsa sensación de consenso y la generación de sesgos de confirmación[2], no queda otra alternativa más que detenerse constantemente a cuestionar las historias consumidas por nuestra sociedad de interpretaciones. La cuestión es ¿creer o no?, la próxima vez que usted se tope con una noticia pregúntese ¿qué medio la construyó?, ¿qué fuentes utiliza y argumentos presenta? ¿a quién o quiénes beneficia la divulgación de esta información? No se quede con el titular, lea, pregunte antes de compartir, no sea otra victima más de las Fake News.

Por Rosa Camila Parra Mora. Me declaro payanesa de corazón, 26 años, Ingeniería Química de la Universidad Nacional de Colombia y actual estudiante del programa de Historia en la Universidad de Caldas. Realizo fotografía documental, si bien el patriotismo no va conmigo mi patria son mis hermanas(os) que están labrando la tierra, soy fiel y critica lectora. Mis redes son Twitter: @Ingrcparram, Instagram: @Ingrcparram.


[1] Véase Salas Abad, C. (2019). La primera «fake news» de la historia. Historia y Comunicación Social, 24(2), 411-431. https://doi.org/10.5209/hics.66268

[2] Véase Elías, C. (2018). Fakenews, poder y periodismo en la era de la posverdad y ‘hechos alternativos’. Ámbitos. Revista Internacional de Comunicación, 40, 19-24. https://doi.org/10.12795/Ambitos.2018.i40.04

Ya llega… ¡la hora estudiantil!

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“El cielo está limpio como si no debiera nada.
La paloma es su único hueso.
Leo perfectamente el siglo, el viento
y en esta dimensión se transparenta
la revolución a que estamos invitados,
y que no se pronuncia tal vez por no ahogarla”.

Fragmento de “Los anuncios”, del poeta colombiano Luis Vidales.

El poeta del porvenir, como alguna vez Porfirio Barba Jacob calificó a Luis Vidales, escribió sus más bellos versos, inmortalizados en elogios a la superación del orden de todo lo existente, para augurar el futuro que le está reservado al rebelde y fogoso estudiantado de Colombia: el de la revolución estudiantil.

Han ascendido, desde 1918, los fragorosos vientos del estudiantado del Cono Sur, aquellos que inspiraron a Deodoro Roca, y a las masas estudiantiles de la Universidad Nacional de Córdoba para escribir el Manifiesto Liminar, un documento hito para la historia de las reivindicaciones del movimiento estudiantil en Latinoamérica y en el mundo.

Al calor de la reciente Revolución Rusa (1917), de las injerencias imperiales del Norte y su consecuente reacción antiimperialista, del compromiso con su momento histórico y de la consciencia de clase que tendría como posterior exponente a Mariátegui y a su ilustre revista Amauta, se concibió aquella hazaña de Reforma Universitaria que inauguró la senda que habrían de recorrer, y siguen recorriendo, los y las estudiantes del continente. Ya fuesen cubanos, uruguayos, mexicanos, chilenos o colombianos, todos se avivaron al son de las nuevas consignas que cantaba, entre gritos de júbilo y protesta, la juventud americana, aquella que incesantemente reafirma que es su hora, la hora estudiantil.

¿Qué significa, para el estudiantado colombiano, que haya llegado la hora estudiantil? Significa que es el momento, condicionado por la incomparable coyuntura histórica que afrontamos, de enarbolar en alto las banderas que hemos legado de nuestras y nuestros compañeros. El movimiento estudiantil no va solo: va sobre hombros de gigantes. Representamos la contundencia y rebeldía de quienes nos han precedido en el ajetreado campo de batalla de las luchas estudiantiles: desde la incipiente Federación Nacional de Estudiantes (FNE – 1922-1930), pasando por la fervorosa Federación Universitaria Nacional (FUN – 1963-1966), hasta la eclosión de las recientes integraciones gremiales en la MANE (2011-2015)[1] y la UNEES (2018). La convergencia de estas organizaciones y coordinadoras gremiales, buscando la consolidación de los reclamos y derechos estudiantiles, ha derivado en la creación de brújulas para direccionar la lucha, como los Programas Mínimos (como el del paro estudiantil de 1971, instado por la Univalle; o el programa construido por la MANE) y los pliegos de exigencias inmediatas.

Ahora, cuando el movimiento estudiantil experimenta una suerte de quietismo pospandemia, y que el Gobierno del Cambio exhorta al estudiantado a deliberar sobre un potencial proyecto de reforma a la Ley 30 de 1992 (la que regula la Educación Superior), es más importante que nunca aplicar tres tácticas de oro: ilustrarnos, para conocer el recorrido histórico del movimiento y sus necesidades actuales; agitarnos, para vencer la perturbación del adormecimiento, instando a la consciencia —de sí— del estudiantado; y organizarnos, para fortalecer la unidad sobre lo fundamental y lograr una acción contundente e imparable por parte de las masas estudiantiles.

El próximo Encuentro Nacional de Estudiantes de Educación Superior (ENEES), que a fecha de hoy está preparándose por el estudiantado, ha de estar a la altura de nuestros tiempos. No puede ceder ante el afán o la premura, pero tampoco dar prevalencia a una paciencia silenciosa, como si se quisiera no ahogar la potencial reforma. Ya hemos aprendido, lastimosamente a sangre y fuego, de lo que estamos hechos como estudiantes, y ello significa que no podemos claudicar de nuestras exigencias, ni tampoco conformarnos con migajas insustanciales y veleidosas.

¡Que esta hora que llega, la hora estudiantil, anunciada con estrépito desde hace más de un siglo, glorifique y enaltezca a nuestros muertos, y dignifique al estudiantado que no se rinde en la lucha por una educación como bien común y al servicio del pueblo!


[1] Consúltese: Archila, Mauricio (2012). «El movimiento estudiantil en Colombia, una mirada histórica» en OSAL (Buenos Aires: CLACSO) Año XIII, N° 31, mayo.

Dylan Sánchez Giraldo. Estudiante de Derecho. Representante estudiantil al Consejo Académico de la Universidad de Caldas. Activista de la Federación Universitaria Nacional, FUN Comisiones MODEP. 
Twitter: @dyalectico.

Artículo enviado en el marco de la convocatoria ¡Publica en Hekatombe!

La hipocresía de la tecnocracia

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Cuando era muy chiquita veía Thundercats, una serie animada sobre unos felinos humanoides extraterrestres que tienen que huir de Thundera antes de que explote, para luego vivir en el Tercer Planeta. Allí serán liderados por un adolescente en el cuerpo de un adulto llamado León-O, que se encarga de proteger a sus amigos, a los nuevos vecinos y a la Espada del Augurio del malvado Munra y de los mutantes. Para hacerlo, León-O toma la espada, se pone el mango frente a los ojos y dice con firmeza: “¡Espada del augurio! ¡Muéstrame más allá de lo evidente!”.

El poder de la Espada del Augurio siempre me gustó y por eso busqué una espada que me ayudara a ver más allá de lo evidente, solo que por motivos de requisas y seguridad no me decidí por un arma cortopunzante, sino más bien, por un mix entre las ciencias sociales y la universidad de la vida

Últimamente he tenido pegada esa frase, tanto así que leyendo sobre lo que pasa en el país, creo que a los tecnócratas les faltó ver Thundercats, o si lo vieron, admiraban a los secuaces de Munra y celebraban el derroche de conservadurismo del antagonista: “Antiguos espíritus del mal ¡Transformen este cuerpo decadente en Munra, el inmortal!”. 

El poder de la Espada del Augurio siempre me gustó y por eso busqué una espada que me ayudara a ver más allá de lo evidente, solo que por motivos de requisas y seguridad no me decidí por un arma cortopunzante, sino más bien, por un mix entre las ciencias sociales y la universidad de la vida, que me sirve, por ejemplo, para saber que vivir en Bosa no es una aventura y que ganarse 700 lks mensuales no hace a alguien de clase media.

Por estos días dos representantes de la “tecnocracia” han dado de qué hablar, por una parte, Daniel Oviedo, economista y tecnócrata que, además es candidato a la alcaldía de Bogotá; y por otro, la representante de la Alianza Verde Catherine Juvinao. 

Bosa, la aventura

Daniel Oviedo se “aventuró” a vivir en la localidad de Bosa, después de que un influencer lo retara mientras recogía firmas frente a la Universidad Javeriana. Parece que para el candidato a la alcaldía, la pobreza es un estado mental y es resultado de la falta de esfuerzo, por eso asume como un juego vivir en Bosa y ve a sus nuevos vecinos como instrumentos para catapultar su candidatura. En fin, los tecnócratas creen que la política no tiene que ver con nada, ni con la pobreza, ni con la periferia, ni con el privilegio, sienten que son poseedores de una ética incorruptible, traman de rigurosos, y prácticamente levitan con términos como “inmersión urbanística”.

En fin, los tecnócratas creen que la política no tiene que ver con nada, ni con la pobreza, ni con la periferia, ni con el privilegio, sienten que son poseedores de una ética incorruptible, traman de rigurosos, y prácticamente levitan con términos como “inmersión urbanística”.

Se presentan como personas “expertas” en diferentes temas, por ejemplo, Enrique Peñalosa lo es en cuestiones urbanísticas y movilidad; Daniel Oviedo sabe echar números; Juanita Goebertus es una nerd; o Diego Laserna quien usa gafas, matonea y la verdad no sé en qué sea experto pero se las cree. Estas personas tienen algo en común, reniegan de la política aunque vivan de ella y son muy muy cercanas a las derechas, mientras disfrazan la verdad con frases como “ni de derecha, ni de izquierda” inserte aquí alguna bobada. 

Los tecnócratas se caracterizan por vender la idea de que los problemas de la ciudad no tienen nada que ver con decisiones relacionadas con la política, como si diera igual que la línea elevada del metro esté en el centro o sur de Bogotá, mientras que la subterránea esté en los barrios de la ‘gente de bien’, y camuflan esta construcción desigual del espacio con números, términos técnicos y planos, dando a entender que no existe ninguna relación con la forma en la que ven la desigualdad y la manera en la que habitan el territorio.

Dismorfia de clase

En una línea muy similar de esas interpretaciones acomodadas de la realidad, la representante Catherine Juvinao dijo en Twitter el 24 de junio: “Cerca del 30% de la población en Colombia es clase media, con ingresos desde $700.000 hasta $3.700.000 al mes. Es la verdadera clase trabajadora, que paga impuestos y sostiene parte importante de la economía. ¿Por qué el presidente les califica de arribistas? Injusto y peligroso”.

El trino es una respuesta al presidente por decir que fue la “clase media alta arribista” la que salió a protestar el pasado 20 de junio. La representante acudió a un dato del DANE para decir que Gustavo Petro nos estaba insultando. La verdad, es que no se necesita ser economista para saber que ganar 700 lks mensuales no hace a alguien de clase media, tampoco que ganarse 3 palos 700 sea sinónimo de clase media alta. Que el DANE lo diga no lo convierte en una verdad absoluta e irrefutable.

Ahora, decir que la clase media es la verdadera clase trabajadora es una afirmación compleja. Para no ir muy lejos, muchas de las mujeres que se dedican a trabajar en el hogar seguramente ganan menos de 700 lks mensuales, las personas que se dedican a las ventas informales en las calles, quienes sobreviven con emprendimientos que apenas dan para pagar algunos servicios, también juegan un papel importante en la economía. Como dice la representante, es injusto y peligroso que lance esas afirmaciones tan descuidadas que se podrían pasar por alto si ella siguiera siendo activista o influencer.

Como dice la representante, es injusto y peligroso que lance esas afirmaciones tan descuidadas que se podrían pasar por alto si ella siguiera siendo activista o influencer.

Entonces, leyendo el trino de Catherine Juvinao y viendo más allá de lo evidente, resulta que cuando hay gobiernos como a los que estamos acostumbradas en Colombia, la clase media alta de verdad, la que tiene capital económico, simbólico, social y cultural, se asusta porque nota que eso que les hace diferentes de los sectores empobrecidos, y les acerca a los ricos se empieza a desvanecer. Dice Álvaro García Linera, siguiendo a Thomas Piketty

“Por eso cuando el ‘proceso de cambio’ introduce otros mecanismos colectivos de intermediación eficiente hacia el Estado, las certezas seculares del mundo de la clase media tradicional se conmocionan y escandalizan. La alcurnia, la blanquitud y la logia, incluidas su retórica y su estética, son expulsadas por el vínculo sindical y colectivo. Las grandes decisiones de inversión, las medidas públicas importantes y las leyes relevantes ya no se resuelven en el tennis club con gente de sweaters blancos, sino en atestadas sedes sindicales frente a manojos de hojas de coca”.

Algunas personas de clase media y clase media alta —las de verdad no las del DANE—, creen que por defender a los ricos, por obra y gracia del espíritu santo, se van a despertar un día y de la nada tendrán el mismo capital económico, simbólico, social, cultural y serán tranquilamente aceptados por esa clase a la que añoran pertenecer. A esas personas se les conoce coloquialmente como “arribistas”, sin embargo, considero que el término que mejor les describe es “dismorfia de clase”, es decir, una imagen distorsionada de la clase a la que pertenecen.

Para terminar, no es la primera vez que Juvinao tiene este tipo de salidas, por ejemplo, durante el estallido social, insistió hasta el cansancio que estábamos ad portas de una guerra civil y ponía en el mismo nivel a la fuerza pública y a los manifestantes; en otra oportunidad comparó a las personas que han fallecido por causa del conflicto armado, con las de accidentes de tránsito, diría mi abuela, “¿qué tiene que ver el caldo con las tajadas?”

Posdata: no confundamos el arribismo con la movilidad social. El arribismo es la identificación con una clase que no es la propia y el rechazo cultural de la clase a la que se pertenece; mientras que la movilidad social es la aspiración por la mejora de las condiciones económicas. 

Posdata 2: procuremos tener siempre a la mano una Espada del Augurio para meterle mente a la vida, no copiar de visajes y no votar por tecnócratas hipócritas y desconectados de las mayorías.

Cosas que mantienen humilde al periodismo colombiano. Un día en el Festival Gabo

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El sábado estuve en el Festival Gabo con dos amigas periodistas, asistimos a varias conferencias, discutimos sobre los temas que fueron presentados y disfrutamos del toke de Edson Velandia y Adriana Lizcano. Les comparto un balance del día:

Para ser sincera, fue la primera vez que entré al Gimnasio Moderno, algo curioso teniendo en cuenta que estudié a dos cuadras. Debo decir que es bien bonito, todo amplio, con zonas verdes y los edificios cuidados. Por supuesto, pensé que sería muy lindo que el Colegio Motorista en Bosa fuera igual, no un edificio estrecho lleno de escaleras por las que corren los niños de primaria, o el León de Greiff en Ciudad Bolívar, que tiene una zona verde chiquita y algunas materas con plantas que apenas sobreviven.

Ya entrando en materia, el evento fue la oportunidad para ver la soberbia y desconexión de cierto círculo de periodistas con el mundo real.

Su malestar no venía dado por el creciente posicionamiento de discursos de odio o por la desinformación, en realidad no estaba de acuerdo con la multiplicación de la opinión

1- Para arrancar nos encontramos con la preocupación de María Alejandra Villamizar —periodista en Caracol y columnista en El Espectador— referida a la proliferación de medios y columnas de opinión. Su malestar no venía dado por el creciente posicionamiento de discursos de odio o por la desinformación, en realidad no estaba de acuerdo con la multiplicación de la opinión porque para ella el género debería estar solo concentrado en los medios corporativos de comunicación. Básicamente ella creía en la privatización de la opinión, y es de las que piensa que ese formato es superior en los grandes medios.

A Maleja le va a dar un patatús cuando se enteré que hay medios alternativos e independientes de comunicación que tienen columnistas que escriben y hacen mejores análisis que ella, y no me imagino cómo se pondrá cuando sepa que las columnas no son privatizadas sino de libre acceso. ¿Será que la etiqueto para que se entere o la dejo tranquila? ¿Qué hacer? Diría Lenin.

¿Cómo le decimos a Yolanda que esa es una propuesta inviable y que hay poderes económicos e informativos que no le van a copiar a esa invitación que hace una periodista Colombiana?

2- En el mismo panel estaba Yolanda Ruíz —Co responsable del Consultorio Ético de la Fundación Gabo—. Para ella es necesario sentarse a hablar con las personas que crearon el algoritmo para que sea menos binario. ¿Cómo le decimos a Yolanda que esa es una propuesta inviable y que hay poderes económicos e informativos que no le van a copiar a esa invitación que hace una periodista Colombiana? Tan lindo ese mundo en el que viven, en el que los más poderosos se sientan, escuchan y ajustan sus negocios e intereses para atender a las solicitudes de una periodista liberal de clase media.

3- Luego estuvimos en un panel desorganizado en el que una periodista chilena respondía de manera pasivo-agresiva a las preguntas que le incomodaban. La verdad es que estuvo tan mal dirigido que ni vale la pena profundizar en él.

4- A la hora del receso hablamos con mis amigas sobre las conferencias y me contaron que el viernes estuvieron en la charla “Todxs en las historias: las fronteras de la narración” y que estuvo rebuena, les encantó, las exposiciones fueron claras, enriquecedoras, y sentí envidia.

Según me dijeron, todo iba bien, hasta que llegaron las preguntas del público y resulta que una periodista quedó con la siguiente duda: “¿Cómo llegar con humildad a cubrir a las comunidades trans?”, para acabar de completar, la inquietud se la transmitió a un hombre gay y no a la mujer trans que estaba junto a él. O sea ¿En serio?

a estas alturas del partido, una pregunta de este tipo es impresentable, y más si viene de una persona que se metió en el mundo del periodismo

Después de las risas nos preguntamos ¿Qué carajos escucha la gente?, cómo será esa burbuja en la que viven algunas personas como para no darse cuenta de todo lo que hay detrás de su pregunta. A María Antonieta se le podría pasar una afirmación así, ella no tenía que salir a recorrer las calles de París, ni veía noticias, ni series, pero a estas alturas del partido, una pregunta de este tipo es impresentable, y más si viene de una persona que se metió en el mundo del periodismo.

5- Luego nos sentamos en el pasto mientras empezaba el toke de Edson y Adriana. El cielo estaba azul, el ambiente era cálido, la gente tomaba y se reía, mientras nosotras nos reíamos de esas criaturas que estaban tan cómodas en sus burbujas, gente que no tienen interés en repensar nada y solo esperan que el mundo se acomode a sus necesidades y sesgos, mientras simulan entender lo que pasa afuera leyendo columnas de personas que no están afuera. Pero esa risita, la de ellos, no iba a durar.

esas criaturas que estaban tan cómodas en sus burbujas, gente que no tienen interés en repensar nada y solo esperan que el mundo se acomode a sus necesidades y sesgos

6- Lo mejor de la jornada fue escuchar a Adriana Lizcano y a Edson Velandia. Fueron a escupirle en la cara a quienes se creen dueños de la libertad de expresión, a patear la burbuja de este periodismo liberal perdido de todo. Fue una coreografía perfecta de golpes de realidad y letras incendiarias, eso que solo logra la rasqa. Le cantaron a Camilo Torres, hablaron sobre la pobreza, sobre el indio y la antropología, aplaudieron a los medios alternativos e independientes, nos hicieron saltar contra los infiltrados que quieren plagar la opinión pública de una falsa desesperanza, y el cierre fue hermoso.

En este punto considero importante hacer una aclaración. No es que el público fuera mayoritariamente rico con tres coladas: mis amigas y yo. Había algunos ricos y bastantes personas de clase media alta que se creen personas ricas.

Sigo con la historia. Con la última canción Adriana y Edson nos preguntaron: “¿Quién pierde la paz y la guerra?”, respondimos “nojotras”. Notamos cierta molestia, lo que nos llevó, ya no a cantar, sino a gritar “¿Qué será que los ricos quieren todo regala’o?”. Fue raro que esas personas que no son ricas nos miraran pensando que somos unas resentidas, y es que ni siquiera hicieron el amague de cantar o de bailar. Se comportaron como si las estuvieran insultando, y me pregunto si es porque se creen ricos o creen que al ofenderse se van a volver ricos, o si tienen algo así como dismorfia de clase… no sé. ¿Ustedes qué opinan?

Arena de la clase media ven a mi.

Para cerrar quedé con una duda. Resulta que la Fundación Gabo invitó a varios medios alternativos y comunitarios de diferentes regiones del país para ser capacitados sobre justicia transicional, algo que es muy importante y necesario, pero no vi en la programación del Festival Gabo a ninguna persona de medios alternativos de comunicación hablando sobre ningún tema. Me encontré con una colega que hace parte de uno de estos medios y le pregunté, resulta que ella tampoco vio ningún panel con medios alternativos de comunicación.

¿Los medios alternativos de comunicación solamente están para recibir capacitaciones y no para discutir sobre libertad de prensa, sobre otras formas de contar las historias, sobre periodismo de opinión o sobre periodismo investigativo?

La duda es: ¿Los medios alternativos de comunicación solamente están para recibir capacitaciones y no para discutir sobre libertad de prensa, sobre otras formas de contar las historias, sobre periodismo de opinión o sobre periodismo investigativo?, ¿esos temas son únicamente del dominio de los medios corporativos y de algunos medios independientes gomelos como La Silla Vacía?, ¿será por un tema de clase o de privilegio?, o como diría Espinoza Paz ¿será un olvido intencional?. Si acaso me equivoco y había un panel con medios alternativos ya sea porque consideran que es importante reconocer su trabajo o como una cuota más, me disculpo de antemano.