Cuando Alejandro Ordóñez leyó a Gramsci y nos habló de ideología de género

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Cae la tarde del 10 de junio, día número 43 del Paro Nacional en Colombia y cuando creíamos haberlo visto todo en materia de arbitrariedades por parte del gobierno de Iván Duque, el uribismo nos sorprende con el nombramiento del exprocurador Alejandro Ordoñez como encargado del trabajo permanente con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, después de la visita de trabajo que realizó la entidad para hacer seguimiento a la grave situación humanitaria que ha desatado el tratamiento de guerra a la protesta en Colombia. Se produce así un salto cualitativo en la embestida del uribismo contra los derechos básicos, pues de la negación sistemática de las violaciones masivas ha pasado a nombrar a un convencido anti-derechos y libertades democráticas como mediador ante la CIDH.

El abogado Ordoñez, con una larga trayectoria como funcionario público saltó a la arena continental en 2018 a los 63 años, cuando fue nombrado embajador por Colombia ante la Organización de Estados Americanos, OEA. Se trata de un férreo militante del Partido Conservador, pero más aún de La Hermandad Sacerdotal San Pío X, conocida como los lefebvristas en honor al arzobispo francés Marcel Lefebvre, su fundador en 1970. Esta secta se encuentra oficialmente por fuera de la doctrina católica por su oposición a los mandatos del Concilio Vaticano II promulgados por Juan XXIII en 1960, por lo que pese a estar abolidas, todavía realizan las misas en latín y con el sacerdote de espaldas a sus fieles.

Esto resultaría una mera curiosidad de no ser por su particular interpretación de la historia contemporánea –incluida la negación del holocausto–, porque buscan socavar la separación Estado-Iglesia y aspiran a que el derecho canónico sea el que rija el rumbo de los países y las vidas de las personas. Justamente es esta una de las principales aspiraciones de Ordoñez, quien sin duda expresa la condensación de uno de las principales resistencias en el momento en Colombia y en América Latina: aquella que se opone al cambio y la ampliación de los derechos, la que sueña con volver al Estado confesional, a la Biblia católica como única verdad –no tanto en el cielo como sí en la tierra– y, quizás, hasta al derecho de pernada.

En 1978, mientras el bisoño abogado camandulero culminaba sus estudios, participó de una quema de libros con una selección de autores que incluía a Marx, Rousseau, Gabriel García Márquez, Diego Hurtado de Mendoza, Gustave Flaubert, Víctor Hugo, Thomas Mann y Marcel Proust, y a la que los lefebvristas llamaron eufemísticamente un acto de fe. Con apenas 24 años de edad, el joven Alejandro Ordoñez ya había construido los pilares fundamentales de su pensamiento ultramontano, tal y como lo expuso en su tesis de grado como abogado, cuya dedicatoria reza, literalmente, lo siguiente:

A nuestra señora VIRGEN MARÍA, Madre de Dios y Madre nuestra, medianera de todas las gracias, suplicándole la restauración del Orden Cristiano y el aplastamiento del comunismo ateo, para que brille por doquier la Fe Católica  pues sin ella no hay esperanza para las sociedades y los hombres (Ordóñez, 1979, pág. 1).

Básicamente ese es el tenor de todo el texto, centrado en criticar la democracia liberal moderna, la cual, según el disertante, se instauró como el camino hacia la consagración del comunismo, por ello consideró y considera absolutamente necesario el retorno a un “sentido sacral de la autoridad del Estado”. Con base en diferentes encíclicas papales y tomando como guía, luz y faro al conocido jurista, político y escritor español franquista Blas Piñar, Ordoñez no solo enfiló baterías contra el comunismo disfrazado de liberalismo, sino que justificó dictaduras y la violencia sanguinaria del más rancio catolicismo del siglo XX:

Con la doctrina anterior [la raíz católica ortodoxa y sectaria como base del Estado] se justificaron los alzamientos militares del heroico catolicismo Mejicano [sic] y español a mediados del presente siglo contra constituciones y leyes contrarias al derecho divino y natural (Ordóñez, 1979, pág. 25).

Desborda las posibilidades de este escrito el detallar los contextos particulares, pero, las referencias a la Guerra de los Cristeros en México y al triunfo del franquismo en la Guerra Civil española como levantamientos “heroicos” muestran que la de Ordóñez no es una mera crítica intelectual, antes bien se trata de una militante disertación en el marco de una guerra frontal contra el comunismo, es decir, todo lo que no sea catolicismo extremo. Una década más tarde y como concejal municipal en Bucaramanga, su ciudad natal, tomó partido en el conflicto armado al defender la existencia del paramilitarismo y aseguró que las Autodefensas “se ajustan a las normas de la moral social, del derecho natural y de nuestra legislación positiva, pensar lo contrario es por decir poco, una absurda ingenuidad” (Vanguardìa Liberal, 1987). Y así se ha mantenido a lo largo de los últimos cuarenta años, en estado de guerra abierta y sin dilaciones. La consistencia de su accionar en la vida pública permite pensar que seguirá el mismo camino ante la CIDH.

Gramsci + Ideología de género

 Entre 2009 y 2016 Ordoñez fue Procurador General de la Nación en Colombia, cargo que ocupó por dos periodos y fue destituido por tráfico de influencias para su reelección. Allí se hizo famoso por apoyar a terratenientes aliados con el paramilitarismo en el despojo de tierras y por perseguir a funcionarios públicos de izquierda o con orientaciones sexuales diversas. Procuró hacer otra purga, ya no de libros sino de figuras políticas de oposición al establecimiento y de seres humanos diversos en la administración pública. Muchas de esas decisiones fueron posteriormente reversadas por otras instancias estatales, como en los casos de Piedad Córdoba o Gustavo Petro.

La de Ordoñez no es una perspectiva exclusivamente religiosa, aunque sí fundada en su particular visión de la religión, pues la política es su principal campo de combate. El hoy embajador de Colombia ante la OEA ha desarrollado sus planteamientos de beato academicista al punto de argumentar que el comunismo avanza día a día en una cruzada para destruir a la civilización occidental, encabezada nada más y nada menos que por la Organización de Naciones Unidas, ONU, el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia, UNICEF, o el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.

Parece absurdo tanto su pensamiento como su nombramiento en organismos multilaterales, pero el exprocurador está convencido de que estas entidades son instrumentos de la izquierda para el desarrollo de una revolución cultural en el sentido planteado por Antonio Gramsci. En su análisis Ordóñez apela a los planteamientos del secretario general del Partido Comunista Italiano de hace un siglo, quien propuso la revolución en el ámbito de lo cultura como elemento fundamental en perspectiva contrahegemónica. Lo anterior implica generar cambios sustanciales en la sociedad civil, que no es un grupo de personas sino el espacio sociopolítico que desde lo privado es la trinchera del poder estatal. Gramsci logró evidenciar cómo la efectiva dominación del bloque en el poder se sustenta no solo en el uso de la fuerza y en la coerción, ya que el otro pilar esencial en este proceso es el consenso, el cual se logra mediante los procesos culturales e ideológicos.

En su particular lectura de Gramsci, Ordóñez asegura que tales postulados han sido tan pero tan exitosos en el juego político internacional que, revestidos del discurso liberal de derechos, se han tomado a la ONU y demás organismos multilaterales para ejecutar su maquiavélico plan: cambiar el sustrato ideológico de la sociedad y con ello destruir la civilización occidental. Sobre el tema nos ilustra el exprocurador:

El gran reto de la revolución cultural hoy, es disolver los principios y valores sobre los que se funda la familia cristiana, su carácter heterosexual, monógamo, indisoluble y fecundo; son obstáculos que quieren remover a toda costa mediante la aprobación, en principio, del divorcio, la anticoncepción, el aborto y el matrimonio homosexual, primera fase que está por concluir. Después, vendrá la eutanasia y la eugenesia, es una verdadera guerra con una auténtica planificación estratégica, táctica y operativa, desde lo que en el esquema gramsquiano [sic] adaptado a la realidad presente no será el partido quien forje la opinión, el sentido común y el pensamiento hegemónico, esa función magisterial le corresponde a los organismos multilaterales –ONU, UNESCO, UNICEF, OMS, PNUD- y a una constelación de organizaciones no gubernamentales que son los exclusivos dispensadores de la nueva ortodoxia pública conocida como el <<pensamiento políticamente correcto>> (Ordoñez, 2012, pág. 22).

Este es el cariz del delegado del uribismo ante la CIDH para hablar de derechos humanos, un funcionario público que los repudia, convencido de que después de la Guerra Fría el comunismo salió triunfante, aunque solo unos pocos iluminados como él y María Fernanda Cabal se hayan percatado.

Otro avance más de sus tesis antiderechos se encuentra en su libro Ideología de género. Utopía trágica o subversión cultural (2012), tanto o más esotérico, rimbombante e influyente que su tesis de grado. El texto construye un argumento en contra de la diversidad, particularmente la sexual, pero configura una diatriba de resistencia a todo lo que signifique inclusión. Veamos la poesía que emana de las páginas del texto de Ordóñez:

Del derecho a la dosis personal, al suicidio, al aborto, a la unión homosexual, a la eutanasia, a la eugenesia, al incesto, a la maternidad incógnita, a la zoofilia, etc., [son] reconocidos por diferentes tratados internacionales y por la gran mayoría de los ordenamientos jurídicos nacionales y justificados en nombre de los nuevos dogmas laicos. La tolerancia, el pluralismo y la no discriminación, a los que toda la sociedad está siendo conducida, ya fuere mediante los programas estatales implantados por el ministerio de educación y de salud, o ya sea a través de las decisiones proferidas por la Corte Constitucional en las sentencias que hacen relación al libre desarrollo de nuestra personalidad. Habiendo perdido el Estado su dimensión moral, se convierte en un claro promotor del desorden. Es una auténtica revolución cultural en la que el colegio donde estudian nuestros hijos, nuestras familias, la empresa donde trabajamos, la mentalidad, la política, la religión, la moral, el derecho, en síntesis toda nuestra vida deberá conformarse a esos postulados «políticamente correctos» (Ordoñez, 2012, pág. 55).

En este libro el anhelo de regresar al fundamento católico del Estado postulado por Ordóñez en los setenta se vincula a la mentada ideología de género. Más que un insulto o un término vacío sin mayores desarrollos, se trata de una construcción conceptual con cierta fundamentación epistemológica que ha servido a lo largo de la última década para encuadrar a las expresiones opuestas a los derechos sexuales y reproductivos, así como a los de las personas disidentes sexuales y de género.

La primera referencia aparece en inglés en el libro The second shift: working parents and the Revolution at home (Hochschild & Machung, 1989), pero allí, la noción “gender ideology” refiere a lo que en castellano se ha traducido como “roles de género”, es decir, las pautas de comportamiento socialmente asignadas al sexo biológico. La acepción contemporánea se fundamente en la doctrina de Karol Wojtyła, Juan Pablo II –el papa anticomunista–, el primero en utilizar el término en su Carta a las Mujeres de 1995 con la que buscaba dar respuesta a la movilización social y a la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer organizada por la ONU, que reconoció la diferenciación entre sexo (lo biológico) y género (la construcción social y cultural del rol).

Tal postura cuenta además con un vasto soporte “académico” en cabeza de personas como Dale O´Leary, una fundamentalista católica que ha dirigido la Asociación Nacional para la Investigación y la Terapia de la Homosexualidad en USA (Mateos, 2012). La conjunción de ambos elementos ha llevado a consolidar, desde la primera década de dos mil, una noción que expresa rechazo al reconocimiento de la diversidad sexual y al avance en los derechos de las mujeres. Con su libro Alejandro Ordóñez ha contribuido al desarrollo de la noción de ideología de género al presentar la diversidad, incluida la sexual, como un engranaje clave en el plan comunista que está atentando contra toda la civilización occidental y cristiana.

No podemos olvidar el efecto de esta nefasta idea en la vida cotidiana de muchas personas ni en el Acuerdo de Paz. De hecho, una de las cosas más complicadas del plebiscito de 2016fue que lo menos discutido resultó ser lo que está escrito en el Acuerdo. Allí perdimos en buena medida porque muchos padres y madres de familia se convencieron del riesgo de homosexualización que implicaba para sus hijes el término “enfoque de género”, incluido en el Acuerdo. ¡Se aproxima una dictadura gay castrochavista!, eso era lo que se oía en muchos de los cultos y sermones domingueros de iglesias cristianas y católicas por igual. Por supuesto Alejandro Ordóñez estuvo a la cabeza de la cruzada en contra del castrochavismo gay, es decir en contra del comunismo ateo contra el que lucha desde su juventud.

Las ideas de este personaje pueden parecer un cierto tipo de exotismo acuñado en formol. Pero lo cierto es que tienen poco de ingenuo, inocente o inofensivo. Cada vez que Alejandro Ordóñez aparece en escena los derechos retroceden una década más. Su papel como mediador entre el gobierno de Duque y la CIDH es sin duda otra movida para intentar colocar en jaque a la movilización social que ha logrado develar en el plano internacional el carácter criminal y autoritario del uribismo. Sin embargo, en este punto de la historia ni siquiera las piras de libros quemadas por Ordoñez en su juventud pueden ocultar la gravedad de la situación y el deseo de cambio que ha inundado a Colombia.

Referencias

Hochschild, A., & Machung, A. (1989). The second shift: working parents and the revolution at home. New York: Penguin Publishing Group.

Mateos, S. (12 de diciembre de 2012). La “ideología de género”. ¿Sólo una alusión despectiva? Recuperado el 17 de septiembre de 2018, de Mujeres en Red. El periódico feminista: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article2068

Ordóñez, A. (1979). Presupuestos fundamentales del Estado Católico. Bucaramanga: Universidad Santo Tomás de Aquino.

Ordoñez, A. (2012). Ideología de género. Utopía trágica o subversión cultural. Guadalajara: Asociación Pro Cultura Occidental. Recuperado el 16 de septiembre de 2018, de https://es.scribd.com/document/373670280/IDEOLOGIA-de-GENERO-Utopia-Tragica-o-Subversion-Cultural

Vanguardia Liberal. (19 de agosto de 1987). «Una absurda ingenuidad desconocer a los grupos de auto-defensa». Vanguardia Liberal.

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