Todas las personas tenemos defectos y virtudes. Así alguien me simpatice poco, siempre, siempre trato de buscarle una cualidad “es mentiroso, pero chistoso”, “es desesperante, pero tiene bonita letra”, y así con todo. En algunas personas es más difícil encontrar cosas positivas que en otras.
Para hacer el ejercicio con Peñalosa reemplace mis maratones de series, por videos de Loa. Activé las notificaciones de las cuentas de la alcaldía en redes sociales. Dejé de mirar a Peñalosa como a un tipo que me cae mal y lo miré con ojos de deseo, me volví fiel seguidora de las editoriales de Semana y El Tiempo para entender por qué le defendían, trate de quitarme cualquier prejuicio.
Nada de esto funcionó, con el paso de los días le cogía más fastidio a él, a Loa y a sus porristas del distrito. No entiendo en qué burbuja viven, qué droga consumen, es como si tomaran la pastilla de Lisa para mejorar su conducta, no creo que exista otra forma de decir tantas locuras, cada día.
Sin embargo, me encontré en los comentarios a las publicaciones de la Bogotá Mejor para Todos, la cualidad de Enrique. Enrique es factor de unidad. Si leen los comentarios a las publicaciones, los bogotanos coincidimos en que es un mal alcalde, que de gerente poco, poco, que su meta es acabar con la ciudad.
Si vamos más allá encontramos que en las encuestas tiene una aprobación del 23%, estando Nicolás Maduro por encima de él con 24% de aprobación (si el mismo que los medios corporativos presentan como a un dictador comunista, come niños y seguramente homosexualizador).
A propósito de eso, el domingo me encontré con la portada de Semana.com, la empecé a leer y era exactamente lo que esperaba, palabras más, palabras menos, dice: “pobre man, no sabe hablar, se está tirando la ciudad pero todo es culpa de Petro y la posverdad”, a lo que le agregan, “la gente se volvió loca participando y las revocatorias se están desbordando y pues eso no está bien won”.
Cuando terminé de leer el artículo casi justifico la gestión del gerente y casi me convencen de que un fantasma recorre Bogotá: el fantasma del petrismo. Luego me acordé del TransMilenio y se me pasó.
Entonces caí en cuenta que a diferencia de muchos políticos que solo movilizan a la ciudadanía en redes, Peñalosa logra, al igual que Petro, movilizar a la gente en las calles y con temas relacionados a la revocatoria. La diferencia es que al primero lo quieren sacar y al segundo le gritaban en la Plaza de Bolívar “Petro no se va”.
Entonces me dije “Peñalosa es un mal alcalde, pero nos une y es alto”, fue como un chispazo, como una iluminación, como una revelación divina. Gracias Semana por eso. Pero había más, en el artículo decían que la revocatoria es una estrategia que usan los perdedores para dañarle el caminado a los alcaldes y gobernadores electos democráticamente. Entonces como les dio rabia no quedar, se desquitan saliendo a la calle a recoger firmas y manipulan a sus seguidores para que lo hagan. Si esto es cierto, en el caso de Bogotá “los perdedores” (¿Pardo y Clara?) tienen más incidencia que el mismo alcalde que cuenta con un aparato mediático impresionante, que incluye los medios propios como las redes sociales de la administración y Canal Capital; así como los medios corporativos como Semana, El Tiempo (que son los más abiertamente peñalosistas), hasta el punto de convencer a 700.190 personas de que firmaran la revocatoria.
En fin, pese a que Enrique tiene como aliados al uribismo, el vargasllerismo, a las constructoras, a la gente de caché, en el artículo, Semana dice que tiene enemigos poderosos.
Fue cuando me di cuenta de otra cosa “Peñalosa es un mal alcalde, pero nos une y es alto, además me hace sentir poderosa porque él y Germán y los medios me tienen miedo”, hablo de mi porque me estaba hablando a mí misma, pero así se deben sentir quienes firmaron la revocatoria y quienes salieron a marchar.
Lo mejor de todo es que no estoy exagerando en las cualidades de Enrique, empezando por la estatura, mide 1,98 cuando la estatura promedio de los hombres en Colombia es de 173,6 cm (si le digo, hasta menos), lo demás se refleja en las patadas de ahogado del Consejo Nacional Electoral. Cuando estaba en el colegio no faltaba la niña o el niño fastidioso que cambiaba las reglas del juego para ganar, el CNE la semana pasada me recordó esos recreos fatídicos y frustrantes. La diferencia es que estos ni son niños, ni están en el descanso, ni pueden modificar la revocatoria según su conveniencia.
Así Unidos y Revoquemos a Peñalosa no se la lleven bien y peleen en medios y redes sociales -como es normal en sectores de la izquierda o que se dicen democráticos que tienen fuertes tendencias al canibalismo-, así la alcaldía se esté ‘bailando un jurgo de plata’ -como dice mi mamá-, pagando publicidad y notas, así unos sean petristas, otros pardistas, otros ambientalistas, otros que dicen que no son de nada, otros que dicen que no se meten en política, otros que son peñalosistas arrepentidos, la revocatoria y este ejercicio democrático al que hay que defender a capa y espada, nos ha unido.
No solo en la necesidad de sacar a Enrique y su gente de la alcaldía (es muy concha que la secretaria de integración sea la Conchi), sino también coincidimos en la necesidad de un modelo de ciudad opuesto al que él plantea, un modelo de ciudad que defienda la vida, que no sea gris ni elitista, en el que nos sintamos seguras y seguros.
Entonces para que vean, el tipo tiene sus cualidades.
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Stephanía Pinzón | @TerribleStepha | Integrante de la Revista Hekatombe.
Licenciada en Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Máster en Derecho con Perfil Investigativo de la Universidad Nacional de Colombia. Estudios en comunicación política en la Universidad Complutense de Madrid.