Picadito: Partido informal de fútbol en algún parque o espacio amplio.
La cita fue un sábado en una dirección confusa, pues muchas calles en Bogotá aun conviven entre la vieja y la nueva nomenclatura, y se pasa de la calle 5° a la calle 26° sin mayor lío, son los gajes de buscar direcciones al sur de Bogotá, donde se encuentran los lugares más por las indicaciones de sus habitantes que por las nomenclatura, pues el “arte” de señalización es casi nulo – cosas que se le olvidan al distrito-.
Siguiendo el instinto y las indicaciones, escucho en medio de varias cuadras en una sencilla cancha de microfútbol, mucha algarabía cual feria, donde los altoparlantes anunciaban una jornada deportiva denominada: “picadito por la paz”, los equipos eran variopintos, conformados por integrantes de procesos barriales, juntas de acción comunal, mujeres, universitarios y dos equipos de las FARC- EP.
Este picadito fue todo un acontecimiento en el barrio dónde se desarrolló, la música era diferente, había olla comunitaria, galería de memoria, venta de productos orgánicos y muchísimas cámaras registrando cada movimiento.
Cada vez que los altoparlantes anunciaban al equipo de las FARC EP, las ventanas circunvecinas crujían y se abrían sincronizadamente, asomando por las rendijas amas de casas, niños, jóvenes, adultos mayores, vecinos que no salían de su asombro al ver la presencia de varios miembros de las FARC EP en su barrio, los vecinos rumoraban, en la tienda se hablaba del tema, las ventas de refrescos, frutas, gaseosas y agua se incrementaron ese día, la policía llegó a preguntar qué era lo que estaba pasando, y la respuesta era tan simple: “un picadito”, un soldado regresaba con su uniforme y maletas de campaña de permiso a su casa ubicada justo al frente de la cancha, abrió la puerta rápido, la cerró y a los pocos minutos regresó vestido de civil, se sentó en una banca a acompañar a unos niños seguramente de su familia en el día de parque de los pequeños.
Ese día soleado y lluvioso, como suele ser el clima bogotano, recibió a varios de los guerrilleros hoy integrantes del equipo de micro de las FARC – EP; se mostraron en un principio miedosos y tímidos, para algunos era su primera vez en Bogotá, y la primera ocasión que salían de la zona veredal, llevaban a cuesta varias horas de viaje, pero el cansancio nunca fue evidente, tenían tantas ganas de jugar, y de representar a sus compañeros, que se hicieron a un teléfono móvil para registrar fotográficamente cada momento de ese día tan importante, jugaron partido tras partido, saliendo victoriosos en casi todos los encuentros, “disputaron” con estudiantes de deportes y ganaron, les sacarón ventaja a los licenciados de educación física y a los jóvenes de la localidad, solo fueron derrotados por el equipo de la junta de acción comunal.
Las sonrisas fluyeron en cada partido, el tradicional estrechón de manos y flash de cámaras circularon en la cancha, la solidaridad, el juego ameno, el jugar por divertirse sin la absurda competitividad que imponen algunas prácticas deportivas, no obstante a ser el microfútbol un deporte de alto impacto, no hubo gritos, patadas, ni empujones, la muestra de cariño y de respeto se vio en la cancha. Mi naturaleza que suele ser distante al “deporte nacional” empezó a ver la cara bonita del juego de la pelota.
Este fue un picadito de paz, que trajo guerrilleros en proceso de reincorporación a Bogotá, que acercó a un diálogo espontáneo sobre el proceso de paz a los cientos de niños, jóvenes y mujeres que preguntaban insaciablemente ¿usted es guerrillo?, ¿hace cuánto salió del monte?.
Qué bello fue ver la tranquilidad con que los niños jugaban y bromeaban con los guerrilleros en proceso de reincorporación; para los chicos era más importante que tocarán bien el balón, y no su pasado como hombres en armas. Hay esperanza, hay acogida y recibimiento.
Bienvenidos, las canchas también son escenarios de reconciliación.
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Marcela Terreros, amiga de la casa.
* Nota editorial.
Entre los organizadores del evento se encuentra la gente de La Pelota Reblede. Nos enteramos después de la publicación del artículo que fue escrito por una amiga de la casa, no por el equipo de Heka.