Desde el pasado 4 de septiembre, madres y familiares de víctimas de feminicidio y desaparición forzada en México tomaron las instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos para convertirla en la OKUPA Casa Refugio Ni Una Menos.
Frente al vacío del Estado y su incapacidad para cumplir con las funciones de búsqueda y acompañamiento a las familias que desde hace años iniciaron procesos de lucha por la verdad y la justicia, respaldadas por el bloque negro en el que se concentran distintas colectivas, las madres optaron por hacer de las oficinas de la CNDH un verdadero sitio al que poder acudir, donde hay un respaldo real y un acuerpamiento a las luchas por los derechos humanos y en especial, de las mujeres.
La OKUPA ahora es un refugio en el que la sociedad civil y diversos grupos de activistas han dejado donaciones de comida, cobijas, ropa, etc. que serán entregadas a familias que han sido desplazadas por la violencia feminicida, para niñxs que han quedado huérfanxs porque sus madres fueron víctimas del terror que nos amenaza a todas las mujeres en este territorio, que más que un país, se ha convertido en una fosa común.
Yesenia Zamudio, madre de Marichuy, víctima de feminicidio a los 19 años, ha sido una luchadora por la justicia desde 2016, año en que le arrebataron a su hija, mencionó en distintos videos difundidos en redes sociales que ella y las demás madres estaban ahí en la OKUPA porque estaban hartas, cansadas de la burocracia, cansadas de que se les revictimize y se les ignore.
“Ningún partido político me respalda, yo soy anarquista, y estoy aquí por todas” menciona con esa fuerza que le conocemos y que nos ha compartido a todas las que hemos caminado a su lado.
Luego de la toma de la CNDH, se tomaron las sedes de derechos humanos de distintos estados del país de manera simbólica en apoyo a las compañeras de la CDMX; en Michoacán, Puebla, Veracruz, Aguascalientes se replicaron las tomas, pintando las instalaciones con distintas denuncias como: “El estado no me cuida, me cuidan mis amigas”, “No nos cuidan, nos violan”, “Existimos porque resistimos” y al grito de “Se va a caer, se va a caer, el patriarcado se va a caer”, las mujeres en resistencia manifestaron el hartazgo y la inacción de las autoridades estatales frente a los miles de casos de violaciones a los derechos de las mujeres.
Tanto la toma de la CNDH como las de los estados antes mencionados se llevaron a cabo de manera pacífica y las autoridades respetaron hasta cierto punto el derecho a la protesta. Sin embargo, en el Estado de México, donde la Comisión de Derechos Humanos se encuentra en el municipio de Ecatepec, conocido por ser el municipio más peligroso de todo el país para las mujeres, la toma de las oficinas se había dado también de forma pacífica.
No obstante, las autoridades esperaron a que cayera la noche para comenzar a hostigar a las compañeras que sostenían la toma, alrededor de las 00:30 hrs del día 11 de septiembre, elementos de la policía municipal ingresaron a las oficinas y desalojaron de forma violenta a las mujeres que se encontraban ahí acompañadas de sus hijos, había entre ellas una compañera embarazada. Sin importar las condiciones en las que estaban, los policías comenzaron a golpearlas, las subieron a sus camionetas mientras les repetían que ya habían valido verga y que las iban a matar, todo esto quedó registrado en vídeo y difundido mediante redes sociales. A las detenidas las llevaron a las oficinas del centro de justicia de Atizapán y no fue sino gracias a la presión y a las exigencias de liberación inmediata mediante los medios que las liberaron al día siguiente. Todas se encontraban en estado de shock por la tortura que vivieron ellas y sus hijos esa noche.
La rabia e indignación hicieron que esa misma tarde distintas mujeres se concentraran nuevamente en las instalaciones de la CODHEM en Ecatepec e incendiaran las oficinas, diversas colectivas de mujeres de todo el país manifestaron su apoyo y solidaridad para las víctimas de la brutalidad policiaca y los métodos de tortura que utiliza el Estado para acallar la protesta.
El día 14 de septiembre, se convocó, desde la OKUPA Casa Refugio Ni Una Menos a una “Antigrita”, una propuesta para recordar que la historia patria ha sido contada y escrita por hombres, en México se celebra el “Grito de Independencia” el 15 de septiembre, en respuesta, las compañeras realizaron esta convocatoria para gritar que nunca más se hará historia sin las mujeres que luchan, que quienes nos están enseñando caminos de libertad y de justicia son las madres que buscan a sus hijas desaparecidas, las familias que exigen el esclarecimiento de la verdad, las mujeres que cuidan y acompañan a sobrevivientes de violencia feminicida, las que no se callan y deciden alzar la voz por las que ya no están entre nosotras.
En México, septiembre, el mes patrio, ahora será recordado por ser el mes en el que las madres dijeron ¡ya basta!, porque no tenemos nada que celebrar, no tenemos independencia, no podemos ni caminar tranquilas por las calles, en este país que nos ha despojado de nuestra tranquilidad, que nos ha dejado sin respaldo y con miedo. Las mujeres que luchan, que luchamos, gritamos que ‘nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio’, ahora caminamos juntas, nunca más sumisas, nunca más la veneración a “los héroes que nos dieron patria”, no queremos su patria, queremos nuestra libertad, nunca más cantar himnos que ensalzan la grandeza de un territorio que no es nuestro, de tiranos miserables que nos han despojado de todo.
Nuestro grito hoy es por nuestras compañeras, por las madres, por las abuelas, por las niñas, por todas las veces que quisieron silenciarnos. Nuestro grito hoy es por las luchas venideras, por que siga floreciendo la semilla de la rebeldía, las ansias de libertad. Este es el grito nuestro, como el caminar, como todo lo que venimos construyendo en colectivo.
Así, en colectivo hoy gritamos ¡viva el calor de las mujeres! ¡viva esta furia! ¡viva esta digna rabia! ¡vivan las madres que nos dieron fuerza y dignidad! ¡vivan todas las mujeres que luchan en cada rincón del mundo!
Hoy resignificamos el grito porque la historia ya es nuestra.