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De la Calle, afortunadamente no espero nada bueno de usted

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Si usted es una de esas personas que ama con locura enceguecedora a Humberto de la Calle, le recomiendo que no lea este artículo, seguro se va a amargar y, no nos digamos mentiras, la vida ya es muy dura como para ponerse mal por un político de poco pelo como él.

Es querido por la derecha, el centro y la izquierda, nadie lo ataca, en cambio siempre lo defienden

Humberto de la Calle es básicamente la monedita de oro de la política colombiana. Es querido por la derecha, el centro y la izquierda, nadie lo ataca, en cambio siempre lo defienden. Parece una sirena que tiene encantado a todo el país, solo que esta semana desafinó un poquito y por eso lo han criticado por no votar por la inclusión de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad en el Plan Nacional de Desarrollo.

Creo que en la política siempre es importante la sospecha, pues los años y las organizaciones en las que he participado o coqueteado, me han enseñado con golpes —en sentido figurado— que no hay que confiar plenamente en nada, y mucho menos en esas personas que le caen bien a todo el mundo.

De la Calle desde hace más de 30 años ha participado en todos los gobiernos, ha sido gavirista, samperista, pastranista, uribista, santista y hasta se rebuscó la manera de felicitar a Iván Duque

De la Calle desde hace más de 30 años ha participado en todos los gobiernos, ha sido gavirista, samperista, pastranista, uribista, santista y hasta se rebuscó la manera de felicitar a Iván Duque. Pasó de aplaudir la Seguridad Democrática de Uribe y liderar el equipo que le permitió la reelección, a ser un reconocido negociador de la paz con las FARC. A primera vista parece una veleta, un tipo que puede saltar de un lado a otro tranquilamente, sin embargo, no existen diferencias estructurales entre los gobiernos pasados y los partidos tradicionales de derechas, eso Humberto lo sabe ya que es experto en no quedar mal con nadie y en defender a ultranza el statu quo, ese mismo en el que cree con firmeza y que lo ha alimentado por bastante tiempo.

Cuando hablan de un político decente piensan en él, en este mercenario de la política que busca que las cosas no cambien, no en vano le puso límites a la negociación de paz —para no tocar el modelo que fue el detonante del estallido social, o las causas estructurales que desencadenaron el conflicto armado—, mientras era adorado por jóvenes desubicados que posteaban en sus redes la foto de Alfonso Cano y acto seguido le declaraban su amor a Humberto.

Él y sus seguidores —que se decían liberales pero no eran otra cosa que conservadores vergonzantes solo que un poquito más moderados

Hay que decirlo, es una persona sin imaginación política, a quien no le cabe en la cabeza un país diferente, tan es así que para su campaña a la presidencia en 2018 tuvo que copiar descaradamente a JF Kennedy. Él y sus seguidores —que se decían liberales pero no eran otra cosa que conservadores vergonzantes solo que un poquito más moderados— repetían hasta el cansancio el jingle “un buen hombre con principios y experiencia”. Bueno, de pronto algún alma desubicada terminó defendiendo eso solo por la euforia de la paz.

Y así llegamos hasta este momento en el que Humberto volvió a sonar en la opinión pública. El actual gobierno incluyó en el Plan Nacional de Desarrollo este artículo que hacía referencia a las recomendaciones de la Comisión de la Verdad:

“Las entidades del orden nacional sobre las cuales recaigan recomendaciones del informe final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad las acogerán de forma progresiva según su viabilidad, competencias y capacidades. El Departamento Administrativo para la Presidencia de la República definirá los lineamientos, roles y responsabilidades de las entidades competentes. El Departamento Nacional de Planeación brindará apoyo técnico para la definición de los lineamientos y adecuará el Sistema Integrado de Información para el Posconflicto - SIIPO-, como herramienta para el seguimiento de recomendaciones”.

Es perfectamente entendible que ciertos partidos voten en contra de esta propuesta, que personas como María Fernanda Cabal, Polo Polo y Paloma Valencia se opongan es normal, pero que el hombre que negoció la paz también lo haga… bueno, también tiene todo el sentido. Hace unos días leía una entrevista del padre Javier Giraldo, director del Cinep, en Colombia +20, en la que, entre otras cosas, señalaba lo siguiente: 

“La raíz más profunda del conflicto armado en Colombia era el problema de la tierra. Me tocó ver como las FARC presentaron más de 100 propuestas de reforma agraria muy interesantes, se hacía mucho énfasis en las zonas de reserva campesina, que son tierras sustraídas al problema del mercado, parecidas a los resguardos indígenas donde la tierra no es mercancía, además destinadas a la producción de alimentos, que es una falla que tiene el país de tiempo atrás, se acabó la agricultura, la tierra se la han dado a las multinacionales extractivas y ahora importamos millones de toneladas de alimentos. Esa solución que propusieron las FARC no se acogió, durante siete meses discutieron eso y el Gobierno siempre decía no y no a todas las propuestas.
Finalmente, las FARC mismas renunciaron a insistir y mandaron todo al congelador, esa discusión no se retomó y se acogieron a la propuesta del Gobierno: crear un fondo de tierras con tres millones de hectáreas para repartir en 12 años, que tampoco se creó y no se cumplió”.

Hagámonos una pregunta de perogrullo: ¿Por quién pasaba la autorización para rechazar esas más de 100 propuestas y por quién pasó la aprobación de la creación del fondo de tierras?

Claramente para de la Calle, la sensatez es sinónimo de estabilidad, o mejor, de dejar las cosas tal y como están.

En la entrevista que le hizo Cambio a Humberto de la Calle, a propósito de su voto contra las recomendaciones de la Comisión de la Verdad, él dice: “El gran problema es la inoportunidad. En un momento de polarización es agravar la discusión nacional, agriarla más. Cuando lo que necesitamos es sensatez”. Me pregunto: ¿La inoportunidad de que un gobierno se haya comprometido públicamente con el país a acatar las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y que diga que a través del Plan Nacional de Desarrollo serán implementadas gradualmente?; ¿Cuál polarización? Porque solamente veo a una derecha que cada día se radicaliza más, un centro que está en la derecha y una izquierda que se institucionaliza. Claramente para de la Calle, la sensatez es sinónimo de estabilidad, o mejor, de dejar las cosas tal y como están.

Afortunadamente nunca espero nada bueno de Humberto de la Calle, tengo claro que es un representante de la política tradicional, del status quo, que siempre está donde debe estar para defenderlo, en el Partido Liberal, en Verde Oxígeno, en el gobierno de turno que garantice un país sin cambios, sensato, diría él.

No me queda de otra que declararme como una mujer profundamente indecente

Advierto que esta reflexión sale en parte de las tripas —así que, por favor, no le pidan objetividad a este artículo de opinión— , así como de una muy cansona revisión de algunas de las entrevistas que ha dado Humberto. Confieso que esperaba estar equivocada en mis apreciaciones, pero después de leerlo a la luz de la recomendaciones básicas y SENSATAS de la Comisión de la Verdad, me doy cuenta que si él representa la política decente, no me queda de otra que declararme como una mujer profundamente indecente, que sí cree en los cambios estructurales para lograr la paz total de la que hablamos por allá en 2015. Cierro recomendando “Canción La Paz (Composición colectiva)”. 

Renegar de la jaula mientras besas los barrotes: pensar la autoridad en el salón de clases

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“Con esta jaula suelo vivir bien, no tengo ninguna dificultad para hacer cosas distintas. (…) Ya me he acostumbrado a ella y ella a mí. Puede ser que la costumbre haya terminado por hacer de esta jaula, lo que para cualquier persona serían sus orejas o sus labios. (…) No hay razón para la incomodidad cuando la costumbre llega” (Gélida Anisoptera).

Hace media vida el punk me llegó como una anhelada tempestad que cae con contundencia sobre un suelo árido. En mi seca vida adolescente solo había espacio para adorar patriarcas: a Dios, a mi padre, al sacerdote, al chico malo de la escuela, a mis profesores. Hoy no me culpo por eso. Es realmente difícil romper con la tradición patriarcal que recorre nuestra existencia como un malvado espíritu que se niega a irse, aun practicando múltiples rituales para provocar su expulsión.

De la mano de estos personajes llegaron también las jaulas que yo no percibía como tal hasta muchos años después. Estaba encerrada en la iglesia, en la casa y en el salón de clases sin saber muy bien qué sentido tenía eso, y aunque a veces sentía ganas de escapar no lo hacía, porque, ante todo, había que respetar la autoridad.

Con el paso del tiempo entendí que la lucha contra la autoridad, o mejor, contra los autoritarismos, es un reto titánico y que tendría que vérmelas con esta batalla durante toda mi vida.

De la mano del punk llegó el acercamiento al anarquismo. “Contra toda autoridad”, gritaban esas ruidosas voces en las canciones y se titulaban los atractivos escritos que me iban seduciendo hacia las fauces de esa bestia rabiosa anarcopunk. ¿Cómo podría yo ir contra toda autoridad? Me parecía un imposible porque mi vida estaba plagada de órdenes que tenía que obedecer por todos lados para ser una buena hija, una buena mujer, una buena estudiante, jamás una desobediente.

Con el paso del tiempo entendí que la lucha contra la autoridad, o mejor, contra los autoritarismos, es un reto titánico y que tendría que vérmelas con esta batalla durante toda mi vida. En mis últimos años de colegio veía a mis profesorxs como mis enemigxs. No podía entender muchas de sus exigencias y mi principal tarea se volvió cuestionarlas. ¿Quién lo diría? Años después estaría yo, aquí, en los salones de la U de Caldas encarnando al monstruo al que le arrojaba rocas quince años atrás: hoy soy una profesora. Me reía de mí misma al verme en ese lugar, que tanto amo pero que a veces quiero tirar a la mierda. Lxs estudiantes me salvan de esa constante tentación.

No niego que exista la asimetría en nuestra relación estudiante docente, pues estaría mintiendo, pero intento que no sea esa la razón de nuestra relación de respeto.

Estar vinculada a la educación hace que me pregunte constantemente si estoy siendo autoritaria, o por qué el autoritarismo parece volverse una demanda social. Intento cada día de mi vida respetar a mis estudiantes, y que, por la sola condición de ser seres vivos coexistiendo en un espacio en el que decidimos estar, nos respetemos, no porque yo sea su profesora, sino porque en toda relación debe existir reciprocidad, que es un principio anarquista que llevo conmigo. No niego que exista la asimetría en nuestra relación estudiante docente, pues estaría mintiendo, pero intento que no sea esa la razón de nuestra relación de respeto.

No niego que hay momentos en los que me siento extraña, no sé qué hacer y también me agoto. He escuchado que cuando hablan de sus profesorxs autoritarixs dicen que “inspiran respeto”, que hay menor participación en las clases y que parece imposible expresar un desacuerdo. Lo que me entristece es que algunas personas hablan de esto con tanta naturalidad, y hasta admiración, que no puedo creerlo.

¿Acaso nuestras aulas -no jaulas- no tendrían que ser uno de los mayores espacios de libertad?, ¿las volvimos jaulas y las besamos mientras renegamos de ellas?, ¿se nos volvieron tan cómodas que ahora estar aprisionadxs es una costumbre innegociable? Intento que mis clases sean espacios de aprendizaje, de confianza, de acogimiento mutuo, de chistes estúpidos donde las risas a carcajadas suenan como un coro hereje y hermoso ante este mundo de protocolos y solemnidad sin sentido. Ese es nuestro espacio de libertad, lo construimos entre todxs y nadie nos lo puede arrebatar.

Sin embargo, me han dejado plantada mientras les espero para una conversación; mientras hago un esfuerzo sobrehumano por decir algo mínimamente interesante, algunas personas solo ven su celular y no me escuchan, ni a mí ni a sus compañerxs; me han hecho comentarios sobre mi apariencia, sobre mi edad, sobre mi lenguaje, sobre la profesión que encarno, a manera de burla, y puedo casi asegurar que eso mismo no se lo dirían a sus patriarcas que les ridiculizan en clases, que les tildan de estúpidxs por ser estudiantes, y que por poco les piden que les besen los pies por saberse de memoria autorxs con apellidos impronunciables.  

¿Por qué entonces una buena profesora sería aquella que diseñara tan bien los barrotes de la jaula, que hiciera que estos fueran imperceptibles por quien está encerradx en ellos?

He escuchado a profesorxs que conozco, decir que no hay mejor camino que imponer la autoridad, y es justo ahí cuando ésta se vuelve autoritarismo. Bakunin decía que al zapatero había que creerle cuando hablara de zapatos, al arquitecto cuando hablara de casas, o a la persona sabia cuando se tratara de ciencias, no porque impusieran su autoridad, sino porque se han ganado su lugar, lo que no quiere decir que no se les deba criticar o contestar. ¿Por qué entonces una buena profesora sería aquella que diseñara tan bien los barrotes de la jaula, que hiciera que estos fueran imperceptibles por quien está encerradx en ellos?

Yo creo que la educación debe ser desjerarquizante, y aunque a veces me siento tentada por el fachito interior y hago mis cagadas, lucho por pensar que otros modos de relacionarnos pueden ser posibles y que la libertad se construye con hechos y no solo leyendo a gente que habla de libertad mientras somos las personas más autoritarias. A veces me siento irrespetada, y supongo que he irrespetado, pero imagino que es el costo de matar a los ídolos.

“Debemos propagar nuestros principios, no ya con palabras, sino con hechos, porque esa es la más popular, la más potente y la más irresistible de las propagandas. (…) seamos siempre despiadadamente consecuentes en los hechos. La salvación de la revolución está en eso” (Bakunin). Dejemos de adorar patriarcas, estos no se van a caer solo porque leamos a quienes los critican.

Referencias:

Bakunin, M. (1977). Obras completas. Volumen I. Madrid: Ediciones de la Piqueta.

Creación Libertaria. (2014). Cuentos cortos contra la autoridad. Bogotá: El aguijón.

Un cuarto para vivir

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El día en que me fui de casa, era cinco de febrero del dos mil quince, primera vez que iba a vivir sola, había logrado unos ahorros para comprar un apartamento, quería independizarme, ser libre y seguir al pie de la letra lo que decía Virginia Woolf en su ensayo Una habitación propia que “una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir” pero, como al Quijote que, de tanto leer novelas de caballería se enloqueció, a mí me pasó lo mismo, pero leyendo a la Woolf. 

Un apartamento en el sexto piso. Un conjunto cerrado. La vida moderna, las casas que son como cajas de fósforos.

El día de la mudanza, las maletas estaban en la puerta, eran cinco bolsas de ropa, un closet, tres bibliotecas, doscientos libros, cientos de papeles, algunas bufandas, una cama vieja y un computador. Me faltaban cajas por organizar, pero no podía ir rápido, no era fácil, quería llorar. Recogí los papeles de la universidad, del posgrado, el pregrado, los empaqué en bolsas trasparentes para no revolverlos. Aparecieron papeles por todos lados, los más recientes los organicé en una caja con el nombre urgentes

Ilustración: Yalila Pérez

Los documentos sumaban cuatro cajas, sentía pesadez, había hecho resto de cosas: proyectos, cursos, estudios, viajes, trabajos, etc., los papeles de la universidad se mezclaban con los papeles del trabajo, llevaban consigo una parte de mi vida, una emoción pasada, un impulso vital; estaban en desorden, desde lejos solo parecían cajas y no emociones, recuerdos, esfuerzo, llanto… Al fin, terminé de empacar, me subí al camión y me sentí en una película, estilo road movie. Luego, de una hora de camino, llegué a mi nueva casa. Un apartamento en el sexto piso. Un conjunto cerrado. La vida moderna, las casas que son como cajas de fósforos. Mi papá y sus ayudantes descargaron todo. Yo apenas subí algunas cajas livianas, era tarde, la noche había llegado, ellos se marcharon.

Ese era el inicio de la vida adulta, el esfuerzo cotidiano por convertirme en lo que soñaba, la habitación propia que tanto había leído en Virginia Woolf, el camino de aprendizaje para ser libre y alta como un pájaro.

Me quedé sola con mis cajas y mi desorden. Era la primera noche lejos de casa, no sé por qué sentí miedo, no tenía comida, ni vasos, ni platos, ni teléfono, ni internet ni citófono. Tenía una cama armada, el apartamento grande, las paredes blancas y el espacio vacío. Pensé, así que esto era independizarse: la muerte. Abrí los ojos y encontré que estaba sola en el apartamento, tenía al abuelo enfermo, el noviazgo roto, el trabajo a punto de perder ¿para qué había venido a ese lugar? ¿para qué quería ese apartamento? ¿por qué quería ser una soltera independiente? Ese era el inicio de la vida adulta, el esfuerzo cotidiano por convertirme en lo que soñaba, la habitación propia que tanto había leído en Virginia Woolf, el camino de aprendizaje para ser libre y alta como un pájaro. Desde entonces han pasado ocho años, me acomodo en mí cuarto para vivir y las palabras de la Woolf me siguen resonando “Como mujer no tengo patria, como mujer no quiero patria. Como mujer, mi patria es el mundo”.

¿Qué es ser Un Varón en Colombia?

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El largometraje de ficción del director Fabián Hernández propone un escenario de reflexión y diálogo en aras de profundizar en los procesos y discusiones ya abordadas desde diversos sectores políticos y sociales relacionadas a las masculinidades, a lo frágil, lo diferente, lo que diverge del engranaje sistemático, de la normativa inapelable.

Lo que refleja la peli es un imaginario patente del varón en Colombia que se recrudece dependiendo de la región, el contexto cultural y las dinámicas relacionales cercanas

Lo que refleja la peli es un imaginario patente del varón en Colombia que se recrudece dependiendo de la región, el contexto cultural y las dinámicas relacionales cercanas como la familia, los círculos sociales y la escuela. Ser “un hombre de verdad” es ser el macho pechi peludo, que entre más tosco y pelión, más respetado; y es que así es la calle. Tampoco queda atrás el rechazo tajante hacia cualquier labor doméstica, hacia la crianza, y reina quien peor trate a las mujeres, a los gais, a lo “frágil”.

La violencia agudiza estos paradigmas pertinaces, impuestos en el diario vivir como un traje de defensa. Pero, ¿a son de qué eso de las masculinidades?… Foucault en “Los Espacios Otros” habla sobre las Heterotopías, esos espacios antagónicos a las utopías que, justamente, son los materializados, los habitados en la cotidianidad pero que están supeditados a las relaciones sociales que ocurren dentro de ellos. Existen múltiples formas de Heterotopía, el manicomio y el cementerio son algunos ejemplos, y funcionan para arrojar todo aquello incomprendido por la sociedad, lo que no produce, lo que no alimenta plácidamente el capital.

Estas normativas sociales y culturales que parecen inherentes a nuestra naturaleza y falsamente inocuas en nuestro entorno, son métodos de dominación

La masculinidad descrita en la película y en la experiencia diaria es entonces la aceptada, y todo lo que se presente como una sutil variación del comportamiento predeterminado, será entonces arrojado hacia el espacio otro, hacia la desviación, directo al rechazo. Estas normativas sociales y culturales que parecen inherentes a nuestra naturaleza y falsamente inocuas en nuestro entorno, son métodos de dominación que reproducen las relaciones de poder y mantienen bajo un efecto hipnótico a un sector de la sociedad, que responde a sus miedos, sentires y afectos como su peor enemigo.

Lo que nos propone este tipo de cartografía es comenzar a construir espacio territorializado a partir de las narrativas y los relatos propios de quienes lo habitan

Ajá, ¿y entonces qué? Hay algunos métodos que pueden contribuir a dispersar inicialmente la bruma densa que invocan estos comportamientos, por ejemplo, la cartografía social da unas pistas sobre los cambios paulatinos que se pueden articular a los espacios donde existen dinámicas sociales determinadas gracias al encuentro y desencuentro de prácticas. Lo que nos propone este tipo de cartografía es comenzar a construir espacio territorializado a partir de las narrativas y los relatos propios de quienes lo habitan, así se reconocen líneas de comunicación, de poder y de acción que no solo recuerdan el pasado, sino que reconstruyen el presente y plantean trayectorias hacia el futuro.

Hablar, la vaina es de hablar, retratar, reparar y reconstruir; como la paz, haga de cuenta, y es que sí, va por ahí. Uno de los primeros pasos para construir un mundo radicalmente diferente es romper con las formas de relacionamiento aprendidas por las lógicas del capital que van en función de dominar, cooptar, someter; iniciando por la subyugación del fuego interno, de la chispa refulgente que quiere transformar el mundo justamente por la sensibilidad que éste le genera. Que arda todo por dentro, la ternura es revolucionaria.

Llore compay, que las lágrimas no apagan la barricada; la atizan.

Mi nombre es Mechita Rojas (en el registro civil sale otro nombre que no entiendo). Soy comunicadora audiovisual graduada del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, especialista en guión de cine de la Universidad Tecnológica de México y actualmente trabajo como redactora. Cumplo años el 7 de febrero. Nací en Bogotá, vivo en Medellín pero mi corazón pertenece al Caribe. Creo en el cine y en la comunicación contra hegemónica como formas de transformación social. Soy feminista, comunista, mujer, cumbiera.
Instagram: @casianaranjada.

Hiperconsumir: el mandamiento contemporáneo

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El consumo no para. En la actualidad el consumo, o mejor, el hiperconsumo, construye la vida. Consumir mercancías y experiencias: en eso se termina resumiendo todo.

No importa tanto el contenido del lugar como la forma, lo que se pueda mostrar como evidencia.

No son pocos quienes reflexionan en torno al hiperconsumo, desde autores modernos hasta postmodernos. Desde marxistas y anarquistas hasta decoloniales o neo nietzschianos. Sí, parece un tema desgastado, pero es difícil que no sea abordado en estos tiempos cuando el sistema solo empuja hacia su generalización y agudización.

Puede que no todo sea hiperconsumir, y que en ese espacio esté, quizás, la fuga, el lugar de resistencia, pero el consumo se va expandiendo y lo va ocupando todo.

 Viajar, por ejemplo, parece no ser solo una actividad para desconectarse, conocer y sentir, sino, en muchos casos, para consumir más y más experiencias novedosas. No importa tanto el contenido del lugar como la forma, lo que se pueda mostrar como evidencia. El viaje no es una experiencia valiosa sino que es un objeto que ingresa a la suma de cosas, a la acumulación de más experiencias vacías. A la lista de chequeo que pueda ser enumerada en la siguiente conversación y que pueda ser mostrada en las redes sociales. 

El gasto viene a ser el factor fundamental, el signo del prestigio. Las salidas de viernes no valen por sí mismas, no valen por la experiencia específica, sino por la sumatoria, y en esa sumatoria, por el incremento del gasto. Así, el foco del salario y el tiempo libre es el gasto ascendente que da gozo momentáneo y prestigio. 

Se consumen afectos, relaciones y vínculos. Se consumen tan rápido como se descartan. Se consumen estudios que ya pasan a ser más datos que conocimientos significativos para las personas.

El lugar, para pasarla mejor en el ideal hiperconsumista, tiene que ser costoso, porque además se podrá mostrar a los contactos que se estuvo en ese lugar

Y así, casi que cualquier ámbito de la vida está mediado por el hiperconsumo como índice de la satisfacción y la felicidad. No solo gastar sino gastar cada vez más: ese es el imperativo. No basta con una cerveza, es necesario que sea una cerveza costosa. El lugar, para pasarla mejor en el ideal hiperconsumista, tiene que ser costoso, porque además se podrá mostrar a los contactos que se estuvo en ese lugar. Hiperconsumo y gentrificación vienen de la mano. 

Que el otro desee lo que yo tengo mientras yo deseo lo que el otro tiene, y ese deseo es la mercancía o la experiencia como mercancía. Ese termina siendo el sentido de la existencia en el capitalismo contemporáneo. De la alienación de la explotación/autoexplotación al ocio del hiperconsumo.

Ese termina siendo el sentido de la existencia en el capitalismo contemporáneo.

La diferencia de clase, desde la teoría crítica, tiene que ver más con la posesión de medios de producción, distribución y  grandes rentas vs. la obligación de vender la fuerza de trabajo; que con la capacidad de gasto, aunque, sin lugar a dudas, este segundo factor también es fundamental en la división de segmentos de clase.

Se puede ver en ámbitos laborales y familiares e incluso en ámbitos organizativos de izquierda. Toda conciencia se suspende ante el momento de compartir y poner en juego el hiperconsumo. La unidad de un grupo se va fracturando ante quienes tienen mayor capacidad de gasto y pueden consumir más, y quienes no, y poco a poco el primer grupo va segregando al segundo de los espacios de encuentro o de ocio. Toda unidad previa, toda relación afectiva se va debilitando también ante el consumo. El consumo entonces como factor de encuentro o separación. 

El consumo entonces como factor de encuentro o separación. 

La salida está en echar abajo el capitalismo y su ideología, por supuesto, pero ¿Y mientras tanto qué? ¿Cómo tramitar el hastío ante el hiperconsumo? El sistema se afinca en estructuras, pero también en relaciones, en vínculos, en la vida cotidiana. En ese día a día en el que muchas veces se van reproduciendo acríticamente los valores que sustentan el culto al gasto innecesario y a la mercancía. 

No se trata de asumir el voto de pobreza voluntaria, la reclusión del ermitaño o una suerte de neo hippismo, sino de preguntarse: ¿Acaso la única forma de ocio es la que está mediada por el hiperconsumo? Hay un pacto de hiperconsumo que se asume de forma activa o pasiva ¿Qué pasaría si se rompe con ese el pacto?

La misoginia interiorizada o sobre por qué creo que soy diferente a las demás mujeres

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En esta columna, me propongo reflexionar sobre las razones por las cuales algunas mujeres suelen ser crueles con otras mujeres y, especialmente, desean no ser identificadas con las demás mujeres. Además, proponer acciones que puedan ayudarnos a dejar estos comportamientos. Espero que la lectura sea provechosa, especialmente, para las mujeres que están perdiendo la maravillosa oportunidad de conectar con otras mujeres. Les aseguro que después de reconocer que es más lo que nos une que lo que nos separa, lo que queda es una vida llena de relaciones significativas y de acceso a conocimientos y creaciones valiosísimas. 

Sin planearlo, en mi preadolescencia empecé a definirme a mí misma como diferente a las demás mujeres (como si todas fueran iguales), tenía comportamientos para conseguir la aprobación masculina en áreas académicas (no estaba interesada en relaciones, así que nunca fue un comportamiento para atraerles en ese sentido) y entre más me alejaba de mis compañeras, más reconocida y halagada era por mis compañeros.

Cuando era niña, en mi primaria, llegué a tener un grupo grande de amigas (el número cambiaba, pero en general éramos 6, 8 o 10 amigas). No obstante, después de una decepción (la ruptura de la amistad con quien fue mi mejor amiga desde primero hasta sexto), decidí no volver a amar a una amiga como la quise a ella. Por ese motivo, en séptimo grado, la mayoría de mis amigos eran hombres. Sólo me relacionaba con mujeres en las horas de recreo, pues los niños estaban en actividades que no me gustaban. Llegué a tener una que otra amiga más, pero nunca creé un vínculo estrecho e imborrable con ellas. Mi justificación era que con los niños sí tenía temas de conversación y sí me entendía. Ellos reforzaban esa acción diciendo que yo era diferente a las demás niñas, por ser más madura, inteligente e interesante. Les creí y reafirmé mi excepcionalidad frente a las otras. Sin planearlo, en mi preadolescencia empecé a definirme a mí misma como diferente a las demás mujeres (como si todas fueran iguales), tenía comportamientos para conseguir la aprobación masculina en áreas académicas (no estaba interesada en relaciones, así que nunca fue un comportamiento para atraerles en ese sentido) y entre más me alejaba de mis compañeras, más reconocida y halagada era por mis compañeros.

Lo positivo es que esto gradualmente ha cambiado. Un punto de inflexión importante fue conocer en grado décimo a mi profesora de filosofía. Vi en ella lo que yo aspiraba ser. Por primera vez, tenía un referente femenino al que admiraba. No porque ella fuera la única mujer, sino porque la educación que invisibiliza a las mujeres en la música, en la ciencia, en la política, etc. no me había acercado al trabajo de esas mujeres. El acercamiento tenía que hacerlo yo.

La misoginia interiorizada se refiere a la internalización del machismo en nosotras, que nos lleva a despreciar todo lo relacionado con la feminidad.

En consecuencia, ya en la universidad, me acerqué al feminismo por mi cuenta. El acercamiento fue teórico: leía artículos y libros. Entonces, en el feminismo radical, encontré la explicación que daba cuenta de lo que me ocurrió en la adolescencia. La misoginia interiorizada se refiere a la internalización del machismo en nosotras, que nos lleva a despreciar todo lo relacionado con la feminidad. Se manifiesta de muchas maneras: odiándonos a nosotras mismas y lo que nos hace mujeres, criticando a otras mujeres, despreciando que nos identifiquen como parte de ese grupo llamado mujeres”, entre otros. En mi caso, se manifestó de manera clara en un deseo de ser separada del grupo de las mujeres. Si se identifica a un grupo como negativo en esencia, lo esperable es que no desees ser parte de ese grupo. Pero como nadie elige ser mujer u hombre, la identificación aquí ocurre de un modo más complejo: soy lo que soy, una mujer, pero no soy como ellas. 

Al encontrar esta explicación, exploré la misoginia interiorizada en mi propia vida y el trabajo era grande. Había naturalizado tanto el desprecio hacia las mujeres que me costaba nombrarme como tal y, aunque quisiera montar coreografías con otras mujeres, no podía hacerlo por el desprecio que sentía a todo lo que se relacionaba con lo femenino. Me estaba conteniendo y negando ciertos deseos, sólo para ser excluida de ese grupo al que relacionaba con lo negativo.

En definitiva, ver a las mujeres, saber que existen y conocer su maravilloso trabajo. En ese trabajo, normalmente invisibilizado, encuentro que tenemos muchísimo en común, empezando por los intereses que compartimos.

Lo bueno es que el trabajo empezó y poco a poco he ido matando en mí la misoginia interiorizada. Lo he logrado por medio de leer a otras mujeres; escuchar las composiciones de otras mujeres; asistir a exposiciones de otras mujeres; conversar con otras mujeres; admirar a otras mujeres, etc. En definitiva, ver a las mujeres, saber que existen y conocer su maravilloso trabajo. En ese trabajo, normalmente invisibilizado, encuentro que tenemos muchísimo en común, empezando por los intereses que compartimos.

Aún escucho a otras mujeres decir que se relacionan sólo con hombres porque con las mujeres no comparten nada en común. Gracias a la formación feminista, me parece imposible que esto pase, pues veo a las mujeres en todas partes. Si te interesa el veganismo, hay mujeres veganas por montones (es más, somos mayoría); si te interesa el metal, ve a un concierto y verás que siempre hay mujeres; si te interesa la composición musical, hay compositoras increíbles; si te interesa escribir, hay mujeres escritoras con obras maravillosas y reconocidas. En fin, no puedo imaginar un solo espacio en el que no haya otras mujeres. Hasta en las revoluciones hemos estado, incluso en la línea del frente. Por lo tanto, cuando decimos que no tenemos nada en común con otras mujeres, lo que en realidad ocurre es que no estamos viéndolas. Ellas están ahí, sólo falta que nos quitemos la venda misógina y las veamos, las admiremos y aprendamos de ellas.

el odio a lo femenino y a las mujeres que nace en ciertas mujeres no es resultado de sí mismas, sino de una sociedad que desprecia lo femenino y que conduce a que se nos trate de modo injusto, asignándonos características que no tenemos, negando el valioso trabajo que hacemos e invisibilizando nuestras potencias y creaciones.

Mi propósito no es señalar a ninguna mujer que reafirme una y otra vez su supuesta diferencia con respecto a las otras mujeres, puesto que estos comportamientos son resultado de una defensa. En el fondo, lo que las empuja es un deseo de reconocimiento como personas sintientes y pensantes. Es decir, el odio a lo femenino y a las mujeres que nace en ciertas mujeres no es resultado de sí mismas, sino de una sociedad que desprecia lo femenino y que conduce a que se nos trate de modo injusto, asignándonos características que no tenemos, negando el valioso trabajo que hacemos e invisibilizando nuestras potencias y creaciones. También es el resultado de no querer asumir las expectativas sociales que se nos imponen. Pero ¿realmente el odio y el desprecio hacia lo que creemos son las mujeres -de nuevo, como si todas fuéramos iguales- es el camino para ser reafirmadas y reconocidas? La respuesta es negativa. El odio y el desprecio hacia lo femenino y las mujeres se convierte en un autodesprecio que conduce a la constante negación de quienes somos, de nuestro cuerpo, de nuestra opresión y de nuestra liberación.

Es, por lo tanto, en el encuentro con las otras y en la filia entre nosotras que podemos construir las condiciones para que nosotras mismas seamos reconocidas como personas libres, que no necesariamente deben cumplir con los estereotipos que se les asignan a las mujeres.

Dicho esto, estoy convencida de que la única manera de lograr el reconocimiento que tanto deseamos (especialmente dejar de ser cosificadas y, por lo tanto, ser afirmadas como personas) se encuentra no en el odio a las mujeres ni en el odio a la feminidad, sino en el reconocimiento de la otra. Por medio de la visibilización de las mujeres, abrimos camino para que nosotras mismas y las que vienen (posiblemente nuestras hijas, sobrinas, hermanas) sean reconocidas. Por medio de la admiración de otras mujeres, admiramos nuestras propias potencias. Es, por lo tanto, en el encuentro con las otras y en la filia entre nosotras que podemos construir las condiciones para que nosotras mismas seamos reconocidas como personas libres, que no necesariamente deben cumplir con los estereotipos que se les asignan a las mujeres. En consecuencia, la única manera de transformar esas condiciones que nos llevan a no querer ser identificadas con las mujeres es en el encuentro con otras mujeres, puesto que sólo de esa manera lograremos destruir los prejuicios y estigmas que nosotras mismas sostenemos y que nos impulsan a odiarnos. Dicho en palabras de la maravillosa Audre Lorde: “no seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas”. Entonces, ninguna será afirmada más allá de los prejuicios hasta que se entienda que las mujeres no somos los prejuicios sexistas que se nos han impuesto.

Día de la clase trabajadora

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Hoy es un buen día para recordar que:

– La jornada de las 8 horas laborales fue una conquista de la clase trabajadora. No fue un regalo del Estado ni de los grandes propietarios.

– Con la readaptación del capitalismo por medio del modelo neoliberal, el sistema empezó a atacar los derechos laborales alcanzados y a extender la jornada de trabajo.

– El desmantelamiento de las 8 horas implicó el aumento de la explotación de forma externa pero también interna ¿Por qué? Porque la ideología del culto a la autoexplotación laboral se extendió y se interiorizó. La autoexplotación se ha convertido en el sentido de la vida.

– Y no perdamos de vista el trabajo de cuidado remunerado y no remunerado profundamente explotado y asignado principalmente a las mujeres. Ese trabajo que sostiene al sistema mismo pero que es invisibilizado y cuya carga no es redistribuida. Recordemos: no es amor, es trabajo no pago o mal pago.

– Por eso decimos: no somos nuestro empleo ni somos nuestro desempleo ¡Somos más que el sistema!

Es importante recuperar las 8 horas y los demás derechos arrebatados, pero no limitarse a eso… ¿Qué tal si se repartiera el trabajo, se disminuyeran las jornadas laborales, se produjera lo necesario y se redistribuyera todo? ¿Qué tal si volviéramos a imaginar socialmente alternativas al capitalismo?

El feminismo no debe perder de vista la clase ni la raza: bell hooks

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“El rechazo histórico de las feministas a prestar atención y a atacar las jerarquías raciales ha roto el vínculo entre raza y clase. Sin embargo, la estructura de clase en la sociedad estadounidense se ha formado a partir de la política racial de la supremacía blanca; sólo a través del análisis del racismo y de su función en la sociedad capitalista se puede obtener una comprensión completa de las relaciones de clase. La lucha de clases está unida de forma inseparable a la lucha para terminar con el racismo. En un intento de urgir a las mujeres para que exploraran todas las implicaciones de clase, Rita Mae Brown explicaba en «lo que faltaba», un ensayo anterior:

las mujeres de clase media se resisten a reconocer aunque quieran perfectamente aceptar la idea de clase en términos marxistas, un truco que les impide enfrentarse de verdad con el comportamiento de clase y cambiar en ellas mismas ese comportamiento.

La clase es mucho más que la definición de Marx sobre las relaciones respecto de los medios de producción. La clase incluye tu comportamiento, tus presupuestos básicos acerca de la vida. Tu experiencia —determinada por tu clase— valida esos presupuestos, cómo te han enseñado a comportarte, qué se espera de ti y de los demás, tu concepción del futuro, cómo comprendes tus problemas y cómo los resuelves, cómo te sientes, piensas, actúas. Son estos patrones de comportamiento los que las mujeres de clase media se resisten a reconocer aunque quieran perfectamente aceptar la idea de clase en términos marxistas, un truco que les impide enfrentarse de verdad con el comportamiento de clase y cambiar en ellas mismas ese comportamiento. Son estos patrones los que deben ser reconocidos, comprendidos y cambiados.

Las mujeres blancas que dominan el discurso feminista, que en su mayoría crean y articulan la teoría feminista, muestran poca o ninguna comprensión de la supremacía blanca como política racial

Las mujeres blancas que dominan el discurso feminista, que en su mayoría crean y articulan la teoría feminista, muestran poca o ninguna comprensión de la supremacía blanca como política racial, del impacto psicológico de la clase y del estatus político en un estado racista, sexista y capitalista.

(…) Si bien resulta evidente que muchas mujeres sufren la tiranía sexista, hay pocos indicios de que este hecho forje «un vínculo común entre todas las mujeres». Hay muchas pruebas que demuestran que las identidades de raza y clase crean diferencias en la calidad, en el estilo de vida y en el estatus social que están por encima de las experiencias comunes que las mujeres comparten; y se trata de diferencias que rara vez se trascienden. Deben ponerse en cuestión los motivos por los que mujeres blancas, cultas y materialmente privilegiadas, con una variedad de opciones a la hora de elegir carrera y estilo de vida, insisten en que «el sufrimiento no puede ser medido».

La ausencia de restricciones extremas lleva a muchas mujeres a ignorar las esferas en las que son explotadas o sufren discriminación; puede incluso llevar a imaginar que las mujeres no están siendo oprimidas.

(…) Un principio central del pensamiento feminista moderno es el de que «todas las mujeres están oprimidas». Esta afirmación implica que las mujeres comparten una suerte común, que factores como los de clase, raza, religión, preferencia sexual, etc., no crean una diversidad de experiencias que determina el alcance en el que el sexismo será una fuerza opresiva en la vida de las mujeres individuales. El sexismo como sistema de dominación está institucionalizado, pero nunca ha determinado de forma absoluta el destino de todas las mujeres de esta sociedad. Estar oprimida quiere decir ausencia de elecciones. Ése es el primer punto de contacto entre el oprimido y el opresor. Muchas mujeres de esta sociedad tienen la posibilidad de elegir —por muy imperfectas que sean las elecciones—, por lo que explotación y discriminación son palabras que definen de forma más acertada la suerte de las mujeres como colectivo en Estados Unidos. Muchas mujeres no se unen a las organizaciones que luchan contra el sexismo precisamente porque el sexismo no ha significado una falta absoluta de elecciones. Pueden saber que sufren discriminación por su sexo, pero no califican su experiencia de opresión. Bajo el capitalismo, el patriarcado está estructurado de modo que el sexismo restringe el comportamiento de las mujeres en algunos campos, mientras en otras esferas se permite una liberación de estas limitaciones. La ausencia de restricciones extremas lleva a muchas mujeres a ignorar las esferas en las que son explotadas o sufren discriminación; puede incluso llevar a imaginar que las mujeres no están siendo oprimidas.

(…) La ideología del «individualismo liberal competitivo y atomista» ha permeado el pensamiento feminista hasta tal punto que socava el radicalismo potencial de la lucha feminista.

(…) La ideología del «individualismo liberal competitivo y atomista» ha permeado el pensamiento feminista hasta tal punto que socava el radicalismo potencial de la lucha feminista. La usurpación del feminismo por parte de mujeres burguesas que defienden sus intereses de clase ha sido justificada en gran medida por la teoría feminista a medida que ésta se ha ido construyendo —por ejemplo, con la ideología de la «opresión común». Cualquier movimiento que pretenda resistirse a la cooptación de la lucha feminista debe comenzar por presentar una perspectiva feminista diferente —una nueva teoría— que no esté atravesada por la ideología del individualismo liberal.

Fragmentos tomados de Mujeres Negras: dar forma a la teoría feminista. bell hooks. | Copyleft 2004 por Traficantes de Sueños. Está permitida la reproducción del texto siempre y cuando se adecúe a los términos de la Licencia Creative Commons Autoría-No Derivadas-No Comercial 1.0.

*bell hooks fue una teorica, escritora y activista feminista estadounidense (1952-2021). 

El partido de las panteras negras: retrato breve de su historia y sus ideas

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Conocidos por distanciarse del pacifismo de Martin Luther King y acercarse a lo propuesto por Malcom X respecto al uso de la violencia en defensa propia, se valieron de la autodefensa armada —con base en un uso táctico de la tenencia legal de armas que existe en ese país—

El Black Panther party –BPP- fue la organización fundada por Huey P. Newton y Bobby Seale en 1966 en California, Estados Unidos, que quiso llevar el movimiento por los derechos civiles de los años 60’s aún más lejos. Conocidos por distanciarse del pacifismo de Martin Luther King y acercarse a lo propuesto por Malcom X respecto al uso de la violencia en defensa propia, se valieron de la autodefensa armada —con base en un uso táctico de la tenencia legal de armas que existe en ese país—, como protección del abuso de autoridad de la policía contra la población negra e inmigrante y en general de las clases populares. 

Conjugaron a esta iniciativa un discurso socialista que articulaba las consignas raciales con las consignas de clase, como lo ponía de manifiesto uno de sus dirigentes, Fred Hampton: “nosotros vamos a combatir el racismo, no con racismo sino con solidaridad. Nosotros vamos a combatir el capitalismo no con capitalismo negro, lo vamos a combatir con socialismo”. Poco más tarde, sumaron a esta postura la lucha contra el patriarcado, con la participación de dirigentes como Kathleen Cleaver, Assata Shakur, Elaine Browne o Angela Davis. Al respecto un dato que no es menor: según Davis, el 66% del partido estaba compuesto por mujeres.  

haciéndose conocido no solo por su gráfica, su mística o su conocimiento y apropiación de la jurisprudencia para defender los derechos de la población afro, sino también por su sistema de asistencia social en los barrios empobrecidos

A principios de los años 70’s, el partido de las Panteras Negras se extendió por prácticamente todo el país, haciéndose conocido no solo por su gráfica, su mística o su conocimiento y apropiación de la jurisprudencia para defender los derechos de la población afro, sino también por su sistema de asistencia social en los barrios empobrecidos, que era la punta de lanza de toda una institucionalidad comunitaria, prefiguradora de poder popular, que llevó a tambalear a la institucionalidad racista y a la clase política y económica de los Estados Unidos.

Las Black Panthers se disolvieron hacia fines de los años 80’s, luego del asesinato y persecución jurídica de sus integrantes y de la infiltración por parte del FBI, que, sumado a las operaciones de inteligencia, llevaron a agudizar las divisiones internas sobre la línea política y estratégica del partido.

Sus reivindicaciones puntuales estaban consignadas en su programa de 10 puntos:

1. Queremos libertad. Queremos el poder de determinar el destino de nuestras comunidades negras y oprimidas

Creemos que la gente negra y oprimida no va a ser libre hasta que podamos determinar nuestros destinos en nuestras propias comunidades nosotros mismos, controlando completamente todas las instituciones que existen en nuestras comunidades.

 2. Queremos empleo para toda nuestra gente

Creemos que el gobierno federal es responsable y está obligado a darle a cada persona empleo o ingreso garantizado. Creemos que, si el gran empresariado americano no nos da empleo a todos, entonces la tecnología y los medios de producción se le deberían quitar y dárselo a la comunidad para que la gente de la comunidad pueda organizar y emplear a toda su gente y darle un buen nivel de vida.

3. Queremos un alto al saqueo de nuestras comunidades negras y oprimidas por los capitalistas

Creemos que este gobierno racista nos ha robado y ahora estamos exigiendo la deuda atrasada de 40 acres y dos mulas. Se nos prometieron 40 acres y dos mulas hace 100 años como restitución para la labor esclava y la matanza masiva de gente negra. Aceptaremos el pago en efectivo el cual se distribuirá en nuestras comunidades. El racista estadounidense ha participado en la masacre de más de 50 millones de personas negras. Entonces sentimos que la demanda que hacemos es modesta.

4. Queremos viviendas decentes y adecuadas para el albergue de seres humanos

Creemos que, si los terratenientes no dan viviendas decentes a nuestras comunidades negras y oprimidas, entonces las viviendas y la tierra deben convertirse en cooperativas para que la gente en nuestras comunidades, con ayuda del gobierno, pueda construir y tener viviendas decentes para la gente.

5. Queremos educación decente para nuestra gente que exponga la verdadera naturaleza de esta decadente sociedad estadounidense

Queremos educación que nos enseñe nuestra verdadera historia y papel en la sociedad de hoy. Creemos en un sistema educativo que dé a nuestra gente un conocimiento de sí misma. Si no tienes conocimiento de ti mismo y de tu posición en la sociedad y en el mundo, entonces tendrás poco chance de aprender más.

6. Queremos servicio médico completamente gratis para toda la gente negra y oprimida

Creemos que el gobierno tiene que proporcionar de forma gratuita y para toda la gente, facilidades de servicio médico que no solo traten nuestras enfermedades, la mayoría de las cuales existen debido a nuestra opresión, sino que también desarrollen programas médicos preventivos para garantizar nuestra futura supervivencia. Creemos que la educación de salud masiva y los programas de investigación se tienen que desarrollar para dar a toda la gente negra y oprimida acceso a información científica y médica avanzada, de forma que nos podamos proveer de atención médica adecuada.

7. Queremos un alto inmediato a la brutalidad policiaca y a la matanza de gente negra, otra gente de color y toda la gente oprimida dentro de los Estados Unidos

Creemos que el gobierno racista y fascista de los Estados Unidos utiliza sus agencias de seguridad domésticas para llevar a cabo su programa de opresión contra la gente negra, otra gente de color y gente pobre dentro de los Estados Unidos. Por lo tanto, creemos que es nuestro derecho defendernos contra tales fuerzas armadas y que toda la gente negra y oprimida debería estar armada para la autodefensa de nuestras casas y comunidades contra estas fuerzas policiacas fascistas.

8. Queremos el fin inmediato a todas las guerras de agresión

Creemos que los distintos conflictos que existen en el mundo vienen directamente del deseo agresivo de las élites y el gobierno de los Estados Unidos para imponer su dominio sobre la gente oprimida del mundo. Creemos que, si los Estados Unidos o sus lacayos no cesan estas guerras agresivas, el pueblo tendrá derecho de defenderse por todos los medios necesarios en contra de sus agresores.

9. Queremos libertad para toda la gente negra y oprimida actualmente detenida en prisiones y cárceles federales, estatales, locales y militares de los Estados Unidos

Para todas las personas acusadas de supuestos crímenes bajo las leyes de este país, queremos juicios con un jurado formado por personas de su color. Creemos que muchos negros y gente pobre y oprimida actualmente detenidos en prisiones y cárceles estadounidenses no han recibido juicios justos e imparciales bajo un sistema judicial racista y fascista y deberían estar libres de encarcelamiento. Creemos en la eliminación definitiva de todas las miserables e inhumanas instituciones penales, porque las masas de hombres y mujeres encarcelados dentro de los Estados Unidos o por el ejército estadounidense son las víctimas de condiciones opresivas que son la causa real de su encarcelamiento. Creemos que cuando las personas son enjuiciadas, los Estados Unidos deberían garantizar jurados formados por sus colegas de color, abogados de su elección y libertad de encarcelamiento mientras esperan el juicio.

10. Queremos tierra, pan, vivienda, educación, ropa, justicia, paz y control comunitario de las tecnologías modernas

(…) la experiencia ha demostrado que los humanos están más dispuestos a sufrir, mientras los males sean soportables, que a abolir las formas a las cuales están acostumbradas. Pero, cuando un largo tren de abusos y usurpación, persiguiendo invariablemente el mismo objeto, demuestra una intención de reducirlos debajo de un despotismo absoluto, será su derecho, será su deber, liberarse de tal gobierno, y proveer nuevas guardias para su futura seguridad. 

Lo que significa para mí el feminismo. Vivian Gornick

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Me habían despedido unas jefas porque me resistí a viajar a una zona roja en estado de alerta, así que me quedé probando en carne propia la anti/sororidad en tiempos de feminismo

El año 2022 estuvo cargado de muchos cambios y dificultades, estábamos en plena crisis postpandemia y la situación laboral para muchas, me incluyo, no lograba estabilizarse. Me habían despedido unas jefas porque me resistí a viajar a una zona roja en estado de alerta, así que me quedé probando en carne propia la anti/sororidad en tiempos de feminismo; para restablecerme y seguir creyendo en las luchas internas que mi corazón estaba dando como mujer feminista/activista, me uní a unas amigas que me invitaron a un grupo de estudio sobre temas de género; la primera sesión sería sobre el texto Mirarse de frente de Vivian Gornick, me emocioné de entrada porque en el año 2019 había leído Apegos feroces, de Vivian Gornick y había sido uno de los mejores libros leídos durante el año, porque me ayudó a cuestionarme sobre mi sentir como mujer feminista en pleno siglo XXI. Mis amigas habían estado leyendo el capítulo “Lo que significa para mí el feminismo”, parte de Mirarse de frente y querían conversarlo con otras mujeres, porque les había despertado muchas preguntas, reflexiones y curiosidades.

Muy diferente a la idea de Gornick, prefiero y quiero darle importancia a mi sentir, a mi sentipensamiento, “en realidad, no me gustan las actividades que históricamente han sido masculinas, para mí es más importante la inteligencia emocional”

El 30 de marzo de 2022, nos encontramos por primera vez en el Juan Valdez de la 73 con novena, en Bogotá, queríamos reunirnos en un sitio informal y tomar un cafecito, bajo una tarde/noche lluviosa todas llegamos y empezamos a hablar de Vivian Gornick y el feminismo. La primera idea que nos llamó la atención de su texto fue la de que “los hombres toman muy en serio su cerebro, las mujeres no” y empezamos a discutir sobre ello, ¿qué tanto era cierto? ¿nos había pasado? algunas se preguntaban, ¿cómo era posible que alguna vez estando muy mal en la vida académica se pillaban pensando en un chico? Ese punto nos dio mucha sorpresa.

Yo había escrito en mi libreta, algo que hoy me parece muy interesante: “No me gusta tomarme muy en serio mi cerebro, prefiero tomarme muy en serio mis emociones”, algo que aún hoy sigo pensando, muy diferente a la idea de Gornick, prefiero y quiero darle importancia a mi sentir, a mi sentipensamiento, “en realidad, no me gustan las actividades que históricamente han sido masculinas, para mí es más importante la inteligencia emocional” .  Así que seguimos hablando, llegamos a un pequeño acuerdo, debíamos hacer fortaleza desde nuestras emociones, pensamos en una mujer que pudiera demostrar la fortaleza desde su ser femenino, en ese entonces, Francia Márquez, la actual vicepresidenta de Colombia, era nuestra fuerza, así que sí, vimos que ella era fuerte desde la vulnerabilidad y posicionaba la sensibilidad, era como queríamos, ser dueñas de sí mismas desde nuestro ser femenino.

Apuntes gráficos de @soni_dibujos_y_vinetas_1

Lo importante es concentrarme en el esfuerzo de mi trabajo intelectual/emocional creativo propio, a mí me interesa ser escritora o escribir, a otra de mis amigas le interesa dibujar, a otra de ellas, le gusta el avistamiento de pájaros, a otra, le gusta el tejido, a otra, le interesa la educación y la pedagogía, en ello debemos concentrarnos con perseverancia

Luego de varias ideas, llegamos a uno de los puntos centrales del texto de Gornick, darle importancia al esfuerzo cotidiano de trabajar en las ideas de un proyecto personal, ella plantea “el poder de la vida propia solo llega a través del control estable del pensamiento propio… Me senté a mi mesa, como si fuera la primera vez, para enseñarme a permanecer con mis pensamientos, a ordenarlos, entenderlos, ponerlos a mi servicio… El dolor tranquilizador del esfuerzo diario” y así fue, cerramos nuestra primera sesión, con más preguntas que respuestas, más angustia que tranquilidad, pero quizás eso era lo que necesitábamos, enfrentarnos de frente con ciertas realidades, después de la lectura de Gornick siempre pienso en mi esfuerzo cotidiano, en sentarme a pensar en mis propios proyectos de vida, los míos propios, no los románticos, eso no es lo que debe estar en primer lugar, lo importante es concentrarme en el esfuerzo de mi trabajo intelectual/emocional creativo propio, a mí me interesa ser escritora o escribir, a otra de mis amigas le interesa dibujar, a otra de ellas, le gusta el avistamiento de pájaros, a otra, le gusta el tejido, a otra, le interesa la educación y la pedagogía, en ello debemos concentrarnos con perseverancia, adicional a nuestras vidas amorosas, no podemos desviarnos del esfuerzo constante de los proyectos personales. Escribo todos los días para concentrarme en el esfuerzo cotidiano de mi trabajo creativo, ellas también, están concentradas en sus proyectos como mujeres libres, eso no quiere decir que no nos interesen nuestras relaciones sentimentales, solo que eso ahora es algo más de los de proyectos creativos que trabajamos con perseverancia.