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La peluca mona de La Fulminante

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Mónica Eraso J.

La Fulminante es un álter ego. Es el personaje por el que todos conocimos a Nadia Granados. Podría pensarse como un superhéroe de Marvel o DC Comics, pero es algo muchísimo más bello y más complejo. La Fulminante es esa que emerge cuando Nadia se pone una peluca larga y mona. Es el desdoblamiento de una artista sudaca, roja y feminista que, en lugar de máscara para cubrir su rostro prefiere usar una peluca de plástico rubia como metodología para ocultar su identidad. ¿Pero cómo puede una peluca, frívola y libertina, tomar el lugar de dignidad de una máscara? La máscara al ser el atuendo que usan personajes como el Zorro, El Santo, Batman, o el subcomandante marcos, connota misterio, justicia y poder. La peluca, en cambio, usada por travestis, por pacientes con cáncer, por judías ortodoxas, por payasos o por chicas adolescentes, carga con sigo una huella de vergüenza. La peluca es la versión subalterna de la máscara. Un disfraz barato, más que un vestuario. La Fulminante decide llevar peluca y no máscara.

En pocas ocasiones las hebras de pelo dorado cubren literalmente el rostro de Nadia. La peluca, no obstante, cubre su identidad al convertirla en un estereotipo: un molde sin original no puede tener identidad. Con la peluca, Nadia deja de serlo para convertirse en una anónima dentro de la gran cadena de montaje político que transforma los cuerpos humanos en réplicas de maniquí. La peluca de la Fulminante enmarca la cara de la artista y la transforma de individuo a código semiótico. La transmutación de la materia. La peluca es un código político condensado.

La peluca, en cambio, usada por travestis, por pacientes con cáncer, por judías ortodoxas, por payasos o por chicas adolescentes, carga con sigo una huella de vergüenza. La peluca es la versión subalterna de la máscara.

Cuando se la puso por primera vez la Nadia adolescente desfiló con ella, camino al colegio, y por la calle le gritaron “PUTA”. La peluca transformó su cuerpo en la imagen de alguien a quien se puede insultar públicamente, al menos en contextos de violencia política extrema, como la Bogotá de los años 90. La injuria le hizo entender la complejidad del código. Un enigma que ha intentado resolver durante toda su carrera artística. La tensión entre el placer de verse travestida en sex symbol y el miedo ante la amenaza del machito de barrio, que al gritarle PUTA quiso decirle MUERTA, hizo que Nadia quisiera seguir explorando el abismo semiótico abierto por el código-peluca.

Peluca, para decirlo con simpleza, condensa todo aquello que culturalmente hemos decidido comprender como femenino: de María Magdalena a Lady Gaga. La masculinidad, en cambio, al posar de neutra es más difícil de condensar performativamente. Nadia hace también Drag King, pero llegar a ello le ha llevado casi una década de práctica adicional. La Fulminante, en cambio, fue una indagación instintiva: la puerta de entrada a una pregunta sin respuesta. Fagocitando los códigos de la femineidad, la Fulminante ha creado un estilo corporal paradójicamente distintivo: unos tacones dorados, unos gestos dramáticos, unos gemidos agudos, unos labios rojos y, por su puesto, una peluca mona. Así vestida lleva 10 años perreando e incitando a la transgresión.

Al poner en escena los códigos de la femineidad exagerada Nadia se traviste. La Fulminante no es un personaje de Marvel o DC, sino la persona viva que emerge cuando Nadia se pone la peluca. A diferencia de la ficción masculinista y capitalista de DC Comics, según la cual solo puede existir o Batman, o Bruce Wayne, el travestismo permite la emergencia de dos experiencias de mundo paralelas. Existen tanto Nadia como la Fulminante. Son dos monedas de la misma cara. La Fulminante es en realidad Nadia tanto como Nadia es en realidad La Fulminante. Ficción y realidad se retroalimentan mutuamente y en loop.

Nadia supo muy joven que el dispositivo “peluca” funcionaba como un activador para pasar de una forma de experiencia a la otra. La peluca mona es un condensado político fabricado en China, ideado entre Alemania y Estados Unidos e importado a Colombia de contrabando. Aun así, no sabíamos de todo el potencial estético y político de esa prótesis oxigenada, sino hasta que esta empezó a cubrir la cabeza rapada de Nadia Granados. Lo que ignorábamos era que este agenciamiento cuerpo-peluca-performance no había surgido de un proyecto de clase cuando ella era estudiante de artes en la Universidad Nacional de Colombia, sino de una experiencia anterior y más fundamental. Una que por su fuerza nos obliga a repensar todo lo que la existencia de La Fulminante ha implicado para el proceso de memoria y tránsito hacia la democracia en Colombia.

Anoche, en el Cabaret de la Fulminante, nos fue revelado, de su propia voz, la genealogía sobre su origen. La historia es la siguiente: una muy joven Nadia llega a su casa del colegio y encuentra que su hermano ha llevado a la casa una peluca mona que encontró tirada en una calle del barrio Fontibón. La peluca estaba sucia y enredada. La Nadia adolescente la toma, la peina, la limpia y se la pone encima de su propio pelo. Se mira en el espejo. Se reconoce, también, en aquella que acaba de emerger ante sus ojos. Le gusta que su pelo rubio esté ya sucio y deteriorado. Camino al colegio recibe insultos por lucir la peluca mona. No termina de entender qué pasa, pero la injuria duele y Nadia llora. En la tarde escucha las noticias: han matado al marica del barrio. Las conjeturas no esperan: su peluca no puede ser de ninguna otra persona. Se trata de una peluca de un muerto que ha llegado a sus manos en forma de legado. Es una peluca de un muerto que Nadia hace suyo. Por nuestros muertos, ni un minuto de silencio. Aquel que fue asesinado por amar sigue vivo hoy, treinta años después, en la peluca de la Fulminante.

Es una peluca de un muerto que Nadia hace suyo. Por nuestros muertos, ni un minuto de silencio. Aquel que fue asesinado por amar sigue vivo hoy, treinta años después, en la peluca de la Fulminante.

Nadia retoma esa peluca y ya no es solo código semiótico condensado, sino que es también prótesis política que la conecta con la resistencia barrial, con la beligerancia popular, con la lucha por la diversidad sexual y con la denuncia del poder necropolítico en Colombia. También la vincula con la larga historia de violencia y despojo en Latinoamérica. En 2008 la artista guatemalteca Regina José Galindo consigue el pelo de cuatro mujeres muertas cuyos cadáveres no fueron reclamados. Con sus mechones teje extensiones sobre su propio pelo y también sobe el pelo de otras mujeres vivas. Así el ADN de las ausentes permaneció durante un tiempo más entre los cuerpos de las personas vivas. Un ejercicio de duelo y memoria colectiva.

Lo que permiten Nadia y su peluca es que en su cabeza siga vivo el ADN de la fuerza de transgresión de aquel travesti noventero al que le arrebataron la vida. La existencia de la Fulminante es una extensión de una vida que la violencia paramilitar quiso y sigue queriendo ver en la basura. He aquí un monumento a los cuerpos feminizados y a las disidencias sexuales que han tenido que soportar los horrores de la guerra en Colombia.

La Fulminante nos enseña que la memoria política se puede construir perreando hasta abajo, que el arte es un aparato para pensar en las implicaciones estéticas de la existencia, que masculino y femenino son ficciones políticas que se mantienen mediante la violencia hacia los cuerpos vivos que se rehúsan a alimentar el binarismo y que, en la historia reciente de Colombia, todos estos conflictos micro políticos han alimentado al gran conflicto armado. De artista underground del Terraza Pasteur Nadia ha pasado a exponer su segunda individual en la Galería Santafé, como ganadora de la XI versión del premio Luis Caballero. La exposición está abierta hasta el 26 de mayo de 2024 y nadie debería perdérsela.

Mónica Eraso J.
Bogotá, marzo 17 de 2024

¿El fin de la democracia liberal?

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En esta “magnánima” reunión estuvieron representantes del neoliberalismo de todo el mundo. Personajes de la talla de un Javier Milei y un Donald Trump, tan solo por citar algunos de los nefastos líderes que figuran en el panorama mundial.

“¡Estamos aquí para acabar con la democracia liberal!”. Groso modo, estas siempre han sido las palabras de apertura a la CPAC (Conferencia Política de Acción Conservadora). Esta miserable expresión, en gran medida se la debemos a Steve Bannon, ideólogo de Donald Trump y encargadode enardecer los ánimos derechosos con su despliegue de irracionalidad mediática e iracunda. Como si la obra de George Orwell 1984, se hiciera realidad una vez más, con sus dos minutos de ira, los participantes de tan trastornado evento, arremeten contra lo que ellos entienden como izquierda, y su tan desdeñable participación en la democracia global. En esta “magnánima” reunión estuvieron representantes del neoliberalismo de todo el mundo. Personajes de la talla de un Javier Milei y un Donald Trump, tan solo por citar algunos de los nefastos líderes que figuran en el panorama mundial.

Anunciar que la democracia está feneciendo, puede ser un enunciado bastante alarmante y comprometedor, aunque dadas las condiciones contemporáneas, en donde la figura del empresariado y las grandes corporaciones van de la mano de políticas mundiales, puede ser una realidad soterrada que cada vez más se alza ante nuestra mirada.

¿Es entonces plausible hablar del fin de la democracia? Como establecería Luis Enrique Alonso y Carlos Fernández Rodríguez, con base a Zygmunt Bauman en su trabajo Los Discursos del Presente, “la lucha permanente entre modernidad y tradición habría favorecido un proceso civilizatorio que aplastaría a aquellos que permaneciesen en sus márgenes, en nombre de la fe en el progreso, el universalismo y la necesidad de realización de la humanidad (…) ante la indiferencia moral de la mayoría de los individuos, seres obedientes que poco podían hacer para resistirse a las órdenes emanadas desde las instituciones del poderoso y burocratizado Estado moderno” (Alonso, Fernández – 224). El gran invento de la Democracia, ha demostrado ser una estructura completamente débil, algo cercano a la moda o a un discurso recetario. Sin darnos cuenta, su libre ejercicio siempre ha estado comprometido, no solo por aquellas prácticas totalitarias, sino por un halo enrarecido que entendemos por libertad, o más bien, que nos han hecho entender por autonomía. La tradición, tal y como nos lo plantea el texto, remite directamente a aquellos valores morales, éticos e incluso religiosos que el fenómeno bipartidista ha apuntalado en el mundo occidental. Por otro lado, la modernidad, vista desde los ojos del sociólogo Bauman, nos expone la caída de los grandes discursos ideológicos, denunciando como aquel estado de relajamiento ha permitido el matrimonio siniestro entre democracia y empresariado.

Sin darnos cuenta, su libre ejercicio siempre ha estado comprometido, no solo por aquellas prácticas totalitarias, sino por un halo enrarecido que entendemos por libertad, o más bien, que nos han hecho entender por autonomía.

Aquel escenario de ciencia ficción en donde los países de primer mundo están constituidos por unas cuantas megacorporaciones, que extienden sus tentáculos a los pueblos subdesarrollados con el designio de consolidar “democracias” y “libertades” es cada vez más fehaciente. Como lo establecen Alonso y Fernández a razón de Bauman, “la individualidad, por tanto, es una tarea que la propia sociedad de individuos fija para sus miembros, y representa sobre todo la autonomía: yo soy el único responsable de mis virtudes y de mis fallos, y es tarea mía cultivar las primeras y arrepentirme de los segundos y ponerles remedio. Por lo que la individualidad la podemos considerar como el producto final de una transformación social disfrazada de descubrimiento personal” (Alonso, Fernández – 232).

Sin darnos cuenta, su libre ejercicio siempre ha estado comprometido, no solo por aquellas prácticas totalitarias, sino por un halo enrarecido que entendemos por libertad, o más bien, que nos han hecho entender por autonomía.

Difícilmente encontraremos la autonomía democrática en países de tercer mundo, o incluso en aquellos inscritos en las resbalosas vías de desarrollo. La libertad degradada, por figurines políticos con afanes neoliberales, es robustecida por la estructura fabril. Así mismo, este principio axiomático, ha sido trasladado desde la dialéctica empresarial, a la democracia “participativa”, consolidando imaginarios, no de individuos libres con facultades racionales de decisión y capacidad de elección, sino de interlocutores válidos y no válidos. De este modo, la industria determina los lineamientos “democráticos” de aquellos estados que hacen las veces de patio trasero, adoptándolos como aquella existencia insignificante, incapaz de disponer su sociedad desde los pilares más básicos de autonomía política, económica y cultural de cualquier colectividad racional. En otras palabras, nuestra libertad se conforma de toda la contingenciaque las potencias mundiales nos arrojan a la cara.

Nuevamente referenciando a Alonso y Fernández, a razón del imaginario managerial, nos encontramos con: “El modelo de argumentación es simple: la postura legítima es la de la dirección de la empresa, racional y responsable, frente a la irracionalidad de los sindicatos, trazándose una línea de demarcación entre lo racional (bueno) y lo irracional (malo) (…) la empresa debía manifestarse, así, firme, pero por ello, abierta al diálogo paternal con los sindicatos” (Alonso, Fernández – 59). Esta mentalidad de sometimiento, cercana a la lisonja, de aquel chiquillo que busca la legitimación de sus buenas actitudes y decisiones, es el supuesto que buscan los hacedores de libertad y democracia en los pueblos subdesarrollados. Aquellos abrazos y apapachos cálidos que busca un Milei ante su figura heroica representada por Donald Trump, o los saludos infantiles de un inútil como Iván Duque al rey de España, son tan solo un ejemplo del giro democrático hacia lo racional (bueno).

La democracia, no es más que un artilugio dialéctico para sociedades desarrolladas. Aquellas en donde el principio de libertad no está mediado por una explosión empresarial rapaz,que engulle a sus habitantes. La libertad de los individuos es apagada por su procedencia geográfica, lengua, color de piel, o simplemente por lo que figure en sus cuentas. A este respecto, recordemos a Marcuse y su obra El Hombre Unidimensional: Las necesidades políticas de la sociedad se convierten en necesidades y aspiraciones individuales (…) y la totalidad parece tener el aspecto mismo de la Razón. Y, sin embargo, esta sociedad es irracional como totalidad. Su productividad destruye el libre desarrollo de las necesidades y facultades humanas, su paz se mantiene mediante la constante amenaza de guerra, su crecimiento depende de la represión de las verdaderas posibilidades de pacificar la lucha por la existencia en el campo individual” (Marcuse 20). Y, aun así, un idiota en Suramérica se atreve a gritar en cada discurso “¡Viva la Libertad Carajo!”     

REFERENCIAS

  • Alonso, Luis. Fernández, Carlos (2013). Los Discursos del Presente, Un Análisis de los Imaginarios Sociales Contemporáneos. Editorial Siglo XXI, España
  • Marcuse, Herbert (1985). El Hombre Unidimensional. Editorial Planeta Agostini, Barcelona

El ascenso de la autoayuda como un síntoma de la crisis del capitalismo

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La crisis del capitalismo puede entenderse como un periodo prolongado durante el cual hay dificultades constantes que impiden la estabilidad del sistema. Por esta misma línea, el economista ruso Nikolái Kondrátiev identificó que el capitalismo se ha caracterizado por esa inestabilidad que lleva a momentos de ascenso y de crisis de manera cíclica, pues de manera periódica se presenta una crisis, cuya superación conduce a un momento de prosperidad, la cual no puede ser eterna y vuelve a conducir a la crisis (señala que aproximadamente cada 50 años se da una crisis; sin embargo, al parecer estas crisis son cada vez más continúas y cercanas temporalmente).

¿Cómo estas crisis del capitalismo se experimentan en la vida cotidiana? La incertidumbre es una de las principales consecuencias, pues en momentos críticos hay fluctuaciones constantes de los precios e incluso escasez de productos que generan una sensación de miedo al futuro, ya que no es posible pronosticar lo que ocurrirá mañana: ¿tendré para comer?, ¿podré pagar el alquiler?, ¿me será posible comprar una vivienda?, ¿tendré acceso a la pensión? La imposibilidad de dar respuesta a este tipo de interrogantes conduce necesariamente al miedo y a la frustración, pues la única certeza en momentos críticos es que no puedo hacer mucho para cambiar el curso de mi futuro, sino que soy un barco a la deriva que no puede conducir con su certeza su propia vida.

Ante esta incertidumbre, la tranquilidad sólo podría emerger de un lugar: la capacidad de controlar o al menos pronosticar el futuro. Y es en este punto que encuentro como protagonista al fortalecimiento de la autoayuda que pulula no sólo entre los bestsellers de las librerías sino también en las redes sociales, ya que se presentan como un faro de esperanza que promete la posibilidad de controlar nuestro futuro.

¿Cómo entender la autoayuda? A pesar de que no se trata de campos homogéneos, sí suelen compartir algunos elementos en común: 1. Se centran en el individuo y su capacidad para gestionar no sólo su mundo interior (pensamientos, emociones), sino también sus relaciones y su entorno; 2. La mayoría de los libros de autoayuda les dan un poder fundamental a las ideas, pues consideran que ellas transforman la realidad material. En ese sentido, lo que sí puede estar en nuestro control, que son nuestras ideas, es el centro de atención y se presenta como el motor de transformación de la vida; 3. Buscan el buen vivir, es decir, responden a la pregunta cómo podemos ser más felices y vivir mejor. La respuesta, por supuesto, no está en la transformación social, sino en nuestro interior, siendo coherente con los dos puntos anteriores.

Estas tres características apuntan a crear una falsa sensación de que nuestra felicidad está en nuestras manos. A pesar de que sí podemos hacer más llevadera nuestra existencia con algo de sabiduría, ésta difícilmente es una vida buena cuando no hay condiciones materiales que la posibiliten. ¿Cómo mantener pensamientos positivos cuando a diario soportas a clientes enojados en la línea?, ¿cómo ver el mundo como un lugar maravilloso si trabajas en una mina expuesto a contaminantes, mientras tu cuerpo se va enfermando?, ¿cómo levantarse cada día con esperanza de un mañana mejor cuando es posible que te despidan mañana y con tu poco salario es imposible ahorrar para asegurar tu subsistencia por al menos unos meses? En definitiva, aunque podemos intentar controlar nuestros pensamientos y emociones para hacer llevadera nuestra existencia, este sistema no posibilita con los hechos la vida buena, sino que va en contravía de esta.

Por lo anterior, aunque suelen afirmar que la autoayuda, con su ideología individualista, es una estrategia del capitalismo para evitar la organización comunitaria, debilitar las bases populares y promover la propiedad privada, pienso que, además, es un síntoma claro de que el sistema no funciona, de que este sistema contradice la vida. En otras palabras, es una de las pruebas de que el capitalismo nos aleja del buen vivir. Si viviéramos bien, ¿para qué necesitaríamos la falsa esperanza de controlarlo todo? Si hay estabilidad, ¿para qué necesitaríamos una falsa ilusión de estabilidad? Lo que tenemos es la incertidumbre y el miedo como compañeros de vida.

En conclusión, la emergencia de la autoayuda no es sólo un apaciguador de las masas, sino que también es una muestra clara de que vivimos con miedo, incertidumbre y falta de control, por lo cual buscamos consuelo en un libro que nos dé la esperanza de que con pensamientos positivos todo se solucionará. De lo que requerimos es de la comprensión de que esa seguridad no será un hecho hasta que las condiciones materiales (pan, techo, agua) sean algo dado y no algo que se nos puede arrebatar el día que no podamos pagar. Pero eso no será posible mientras la esperanza de un futuro mejor sea confiada a un conferencista millonario que asegura tener la clave para que todos seamos como él. La esperanza de un futuro mejor debe ser puesta en la transformación social, puesto que, sólo a través de ella podremos cambiar la realidad material.

Precarizadas sin palanca

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El 8 de marzo por la mañana compartí en mi IG una imagen que dice: “8M por condiciones laborales dignas y reducción de la jornada de trabajo”, con este copy: “Jornadas de más 8 horas de trabajo, contratos de 4 meses, sin indemnización por despido, sin garantías laborales, con sueldos que deben ser cuidadosamente ahorrados para los meses de carencia. Esto no es vida, esto es una mi3rda”.

“cuanto más utópica es la reivindicación, más está basada en una crítica sustancial, y más nos obliga a pensar con imaginación sobre las maneras diferentes de organizarlo. El revindicar tiene mucho de arte” : Kathi Weeks

Creo firmemente en la necesidad de reducir la jornada laboral a 5 o 4 horas, así como en contratos con todas las prestaciones de ley, mejores salarios, renta básica, y, en general, en tener las condiciones necesarias para llevar una vida medianamente tranquila. Parecen reivindicaciones imposibles, pero de eso se trata, de reivindicar la utopía, como dice la académica estadounidense Kathi Weeks en una entrevista en CTXT, “cuanto más utópica es la reivindicación, más está basada en una crítica sustancial, y más nos obliga a pensar con imaginación sobre las maneras diferentes de organizarlo. El revindicar tiene mucho de arte”.

Así que yo estaba muy contenta reivindicando una utopía, cuando me llegó un correo electrónico en el que cierta entidad me invita a participar en una convocatoria de trabajo. Mi hoja de vida aparecía en su base de datos porque hace unos años me inscribí en una plataforma en la que verían mi “talento”. Por supuesto, lo hice para demostrar que era una farsa. Pues ví el correo y de entrada supe que no era algo bueno, pues el jefe supremo de este lugar, el 1 de enero, dijo en un aburrido discurso neoliberal, que tiene como propósito hacer más con menos, lo que se puede entender como contratar menos personas y explotarlas a lo que marca.

La invitación señala las funciones, la forma en la que debo organizarme con otras personas del equipo para adelantar lo que denominan “práctica alimentaria” —la hora del almuerzo se reemplaza por esta extrañísima expresión—; explica que tendría que cumplir un horario —así sea contratista, lo que me hace dudar de si la meta es el horario y no otra cosa—; la dedicación es exclusiva y el salario es bien bajito. En resumidas cuentas, buscan a una persona que asuma lo que debería hacer alguien de planta, pero en las peores condiciones posibles.

Lo siento por las personas que se ven obligadas a participar en esta convocatoria vampira, que les va chupar la vida un poquito cada día, y apenas permitirá pensar en el futuro inmediato.

Afortunadamente, en este momento tengo trabajo, no es el ideal, pero por lo menos no me pide “dedicación exclusiva”, lo que me da juego de autoexplotarme con otras entradas, y así tener chance de reservar una plata para los tiempos de desempleo, o lo que en lenguaje de millennials en condición de precarización se denomina como: “estar sin contrato”. Lo siento por las personas que se ven obligadas a participar en esta convocatoria vampira, que les va chupar la vida un poquito cada día, y apenas permitirá pensar en el futuro inmediato.

Estas reflexiones me llevan a pensar también en el carácter del 8 de marzo, a recordar que no es el día de la creación más linda de dios o una jornada para que los hombres tengan que crear lo que no existe,tampoco es una mera reivindicación identitaria; es la conmemoración de las mujeres trabajadoras a las que les debemos mucho de lo que hemos perdido. Tal vez sea el momento de recuperarlo, de exigir más y de recordar que, como dice la consigna, “los derechos no se mendigan, se arrancan al calor de la lucha organizada”.

El Impresionantismo, una nueva vanguardia colombiana

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El 2 de marzo de 2024, el artista colombiano Luis Zuluaga lanzó en Paredes, Portugal, el movimiento artístico llamado Impresionantismo. En tiempos de arte conceptual, la obra de Zuluaga se caracteriza por retratar lo que comúnmente no es retratado, como la marginalidad, lo monstruoso, o lo desagradable, y lo hace poniendo sobre el lienzo la esencia de eso que es rechazado, e incluso considerado indigno.

Fue el maestro Carlos A. Ávila, quien bautizó esta nueva vanguardia como Impresionantismo, en un intercambio epistolar:

“Querido y recordado maestro Luis, desde que compartí tu taller en Bogotá, siempre me pareció impresionante tu obra pictórica, una pincelada que al ser aplicada en capas, interpretaba tonos, semitonos, sombras, luces, transparencias, fondos, textura, y un conocimiento del color impecable, y esa temática tan tuya, tan cruda, tan impresionante, tomada de la vida real, del diario vivir y en la que dabas a entender que el personaje o el elemento llevado a la obra, a la pintura, es hermoso, sin importar su dura crudeza o realidad.
Es así que al ver la exposición de las dos cabezas de pollo, se me vino al cerebro el término 'IMPRESIONANTISMO'. No sé si peco al tomar ese concepto como una definición de tu obra, dime si te gusta, si sientes que es verdad, en fin cuéntame. pero creo que es IMPRESIONANTISMO puro, el puro arte tuo recogiendo el concepto del Impresionismo del Expresionismo para llegar al IMPRESIONANTISMO, un abrazote Luis”.
No hay ninguna descripción de la foto disponible.

Además de las cabezas de pollo mencionadas, la obra de Zuluaga está compuesta por personas muertas, carne viva, animales degollados, personas enfermas, cuerpos putrefactos y cuanta criatura o cosa que pueda resultar impresionante.

La obra de Luis es una invitación a no mirar para otro lado, a valorar lo que no es bello, ni deseado, a interpelarse por el horror, a reconocer al otro y, por supuesto, a impresionarse con lo cotidiano.

Este lanzamiento es una buena noticia para el país, y esperamos que siga impresionando al mundo.

Un análisis de coyuntura del gobierno progre

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Hay tres planos en los que se está desenvolviendo la crisis que actualmente atraviesa el gobierno progresista: el político, el institucional y el de la gobernabilidad. De las relaciones de fuerzas que entre estos tres campos se desarrollen dependerá el futuro del gobierno progresista de Petro y Márquez. Advierto de entrada que la paranoia por el advenimiento de un golpe militar o institucional es una victoria temprana de los sectores que apuestan por el fracaso de este gobierno, porque obligan al gobierno y a sus partidarios a atrincherarse, a ponerse a la defensiva, redirige la iniciativa del gobierno y la ejecución a la defensa y auto legitimación y cuando se está en esa posición los errores son más frecuentes y estruendosos. Esto no lo digo para quitarle importancia a la posibilidad de que se produzca una salida extrainstitucional tipo golpe blando-institucional o golpe bonapartista clásico, que efectivamente existe y es muy grave, sino para evitar el efecto supremamente nocivo de encerrarse en la propia defensa y renunciar a gobernar, que en una situación política como esta suele ser una forma de acelerar y no de detener los intentos de golpe, una especie de profecía autocumplida.

La crisis política

En el plano político es posible distinguir tres actores que configuran la crisis, la de los golpistas, pequeña por ahora pero ruidosa, en la que podemos encontrar al sector más trumpista del Centro Democrático con Cabal y Rafael Nieto a la cabeza, esta postura tiene como brazo mediático a la revista Semana y el grupo RCN, cuenta con importantes apoyos regionales como el gobernador de Antioquia y el alcalde de Medellín y podría ganar el respaldo de sectores medios de las fuerzas militares activas y en reserva, adicionalmente podría tener la posibilidad de movilizar una base social derechizada en varias regiones del país.

De otro lado, tenemos al sector más grande y peligroso, el de las élites tradicionales, dispuestas, por ahora, a que el gobierno culmine su periodo constitucional pero jugadas a fondo en que no pueda concretar el programa de gobierno que ganó las elecciones, esa fracción de las clases dominantes siempre ha visto al gobierno de  Petro como una oportunidad de reforzar y legitimar el sistema, de ahí la famosa explosión controlada de la que hablaba Alejandro Gaviria, los argumentarios de esta corriente se enmarcan en “construir sobre los construido” y de creerse la única dueña del conocimiento técnico sobre el funcionamiento del estado. Este segmento del espectro político adelanta una labor de zapa al gobierno desde dentro y fuera del Pacto Histórico, aquí encontramos a todos los partidos otrora santistas: Conservador, Liberal, Cambio Radical, partido de La U, un sector importante de la Alianza Verde, a la mayoría de los grupos empresariales, adicionalmente hay que señalar que esta posición cuenta con un ecosistema mediático robusto a su favor: El Tiempo, Caracol radio y televisión, Blu, La Silla Vacía, La W, también tiene un importante poder regional en la costa caribe y la región andina del país. Es importante no perder de vista que las filas de este sector las engrosan muchos arrepentidos del voto por Petro y otros que siguiendo en el Pacto y en posiciones de gobierno están buscando abrazar al adversario desde adentro para neutralizar toda acción transformadora del gobierno.

A esta posición le juega mucho que en su ADN ideológico está el rollo de la continuidad institucional, de ufanarse por ser la democracia más antigua del continente y el apego a la formalidad del estado. No olvidemos que la única vez que en Colombia durante el siglo XX tuvimos un golpe militar fue el resultado de un acuerdo de estos sectores tradicionales y que estuvo lejos de parecerse a algo como lo que vimos en Chile en 1973 o en Argentina en 1955. Algunos lo llamaron golpe de opinión porque ni disparos hubo.

El último sector lo constituimos, con todos los matices del mundo, quienes defendemos la continuidad del gobierno y la materialización del programa por el que votamos, no voy a hacer una taxonomía de las diferencias que tenemos en esta orilla, pero si me gustaría subrayar una idea que plantee en el artículo anterior y es que la defensa ciega y fanática del gobierno y el presidente presta en realidad un flaco servicio al propósito de transformar el país, además reitero en que estar privados de una organización verdadera y una apuesta comunicativa seria para compensar lo desigual de la lucha mediática, mella de antemano muchas de nuestras armas más importantes para hacer frente a la crisis. El potencial de movilización social con que contamos no es despreciable y es un factor para tener en cuenta pese a la dispersión y al oportunismo de muchas de las posiciones que defienden al gobierno solo para proteger las cuotas de poder y burocracia que han conquistado.

El campo minoritario de los golpistas puede transformarse en mayoritario si logra atraer al sector tradicional de las élites y neutralizar, atemorizar o quitar iniciativa al sector progresista en función de cómo se desarrolle la coyuntura política en el campo que sigue.

La crisis institucional

La relación tensa entre diferentes ramas del poder público o actores institucionales se ha producido antes en Colombia, lo diferente en esta oportunidad es que antes esos enfrentamientos respondían a pugnas intestinas de las clases dominantes y no perseguían el objetivo de neutralizar la acción de un gobierno que se proponía impulsar reformas o cambios en el país. Esa cualidad diferenciadora es fundamental, porque puede convertir el típico “choque de trenes” en la pieza de una estrategia golpista o de una estrategia de aislamiento y zapa, según hemos visto en el análisis de la crisis política en el apartado anterior.

Algunas de las tramas entorno a las que urde esta crisis son: la no elección de fiscala general de la nación por parte de la Corte Suprema para mantener de facto la administración uribista de esa entidad, y proteger de paso a varios personajes influyentes de la vida nacional que están siendo investigados o juzgados en este momento, las sanciones e investigaciones exprés de la procuraduría contra altos funcionarios del gobierno, los parones legislativos y sabotajes al quorum que vimos el año pasado en el trámite de las reformas, la labor abiertamente opositora del presidente del senado, las investigaciones contra la campaña de Petro en la comisión de acusaciones y el CNE, la polémica alrededor de los decretos referidos al presupuesto de inversiones futuras y por último pero no menos importante, el comportamiento de una porción del funcionariado estatal de carrera dedicada desde sus posiciones, supuestamente técnicas, a boicotear el plan y las orientaciones del gobierno. Esto último no niega la ineptitud manifiesta de muchas personas que elegidas por el gobierno para ocupar posiciones de responsabilidad han salido con un chorro de babas.

 Algunos factores de esta crisis pueden agudizarse o atenuarse con el paso de los días y en su lugar aparecer o reforzarse otros, pero queda claro que durante todo el gobierno será un puntal de inestabilidad y que planteará importantes desafíos a la acción del poder ejecutivo, que además tiene sus propios conflictos intestinos como hemos reseñado.

La crisis de gobernabilidad

¿Hasta qué punto podrá efectivamente gobernar y concretar su programa de gobierno Gustavo Petro? La respuesta a esta pregunta implica tener en cuenta, la dinámica creada por el comportamiento interrelacionado de la crisis política e institucional, pero también la incidencia que otros factores externos pudieran generar tal es el caso de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos que se celebrarán el próximo mes de noviembre y en las que de ganar Trump podría fortalecer al sector golpista y condicionar fuertemente la lucha interinstitucional. Petro sabe esto y por eso ha asumido el reprochable y pragmático juego de alinearse con la administración Biden propiciando la construcción de la base militar en Gorgona y recibiendo periódicamente a la jefa del comando sur imperialista: Laura Richardson quien, entre otras cosas, dirige el proceso de apropiación norteamericana de recursos estratégicos como el litio en nuestro continente.

Las salidas probables a las crisis y que se expresarán en la gobernabilidad de Petro y Márquez son: una salida militar bonapartista que implicaría necesariamente el apoyo del gobierno de Estados Unidos, lo cual al menos por ahora, no se ve posible y la alianza entre el sector golpista y tradicional, lo que también tiene sus dificultades por el peso de las heridas que dejó la lucha entre santismo y uribismo hace años, pero de ningún modo es un escenario descartable en la medida en que las crisis maduren y se profundicen.

Un golpe blando a la peruana o la brasileña, poniendo en juego el mecanismo institucional de la comisión de acusaciones lo que de entrada implica un problema, esto no es Perú o Brasil, aquí el blindaje a la figura presidencial es máximo, ni en tiempos de Samper ese mecanismo pudo funcionar para juzgar al presidente, además un eventual juicio contra el presidente pondría por fuera al presidente del poder pero no al gobierno que tendría continuidad en la figura de la vicepresidenta que en este y todos los gobiernos ha sido una figura débil. Una variante de este escenario es una eventual renuncia de Petro por la labor de acorralamiento de las élites contra la presidencia.

El tercero y último, en mi opinión, más factible pero muy peligroso, es que sigamos como hasta ahora, con un gobierno a la defensiva, con muchas dificultades para concretar el cambio que propuso —y en el cual  intentó sintonizar, exitosamente al principio, pero con muchas dificultades ahora, dos pulsiones de cambio diferentes que dividían al país: un cambio moderado, conciliador e institucional y un cambio acelerado, profundo y estructural— asediado y atrincherado, vacilando entre promover la movilización social que también es una estrategia limitada o hacer de árbitro entre las élites y sus pugnas en un gran acuerdo nacional. Me temo que el gobierno no podrá concretar ni uno ni otro lo cual favorece a las élites golpistas o tradicionales que van a cabalgar sobre nuestro descalabro, no solo para retomar el gobierno en 2026 que si se quiere es un problema menor, sino para cerrar de golpe el ciclo político de cambio que se abrió con la resistencia al uribismo entre 2002-2010, continuó con los procesos de acumulación de fuerzas y movilización del periodo 2011-2018, se prolongó en el levantamiento popular del periodo 2019-2021 y alcanzó una victoria con el triunfo electoral de junio de 2022.

La buena noticia es que todavía podemos dar pelea, la posibilidad de salvar las naves depende fundamentalmente de si el gobierno está dispuesto a dar un golpe de timón y reorientar su accionar para que no se cierre un ciclo de cambio que está dando sus primeros frutos y que vale la pena profundizar. De algunas ideas en esa dirección me ocuparé en el siguiente artículo.

“La causa palestina muestra que los derechos humanos son una mentira”: Soha Bechara

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A continuación, compartimos la entrevista que hizo Ann Sansaor, para Pikara Magazine, a Soha Bechara, quien es una militante comunista libanesa, que trabaja por un Líbano socialista y contra la ocupación de Israel al territorio palestino.

(…) ¿Por qué no crees que esto traerá cambios en la región?

Para la región no creo que haya ningún cambio porque ahora hay dos conflictos: uno regional y otro internacional. En este último caso, tenemos grandes potencias como Rusia y China frente a otras como Estados Unidos o Israel. Y ahora Europa también se ha aliado a la Unión, siguiendo las políticas coloniales que ya han hecho Inglaterra y Francia. Para mí, esto nos retrotrae a la situación política de la Segunda Guerra Mundial. Entonces no hay ningún cambio. Para estos estados, sus propios intereses están por encima de los derechos de los pueblos. Nos enfrentamos a un genocidio, pero los países históricamente coloniales siguen responsabilizando a Hamás, acusándolo de terrorismo. En cambio, creen que Israel tiene derecho a defenderse. En ningún momento hablan de la ocupación. Esto es ignorar el derecho internacional. Y debemos tener presente que existe el derecho a resistir contra la ocupación.

En el Líbano siempre ha habido una fuerte solidaridad con la causa palestina, ¿cómo sobrevive después de todos estos años?

El Líbano, desde el inicio de la creación del Estado de Israel en 1948, ha estado dividido en dos mitades: una estaba formada por quienes apoyaron su creación, la mayoría de los cuales provenían de sectas cristianas de derecha, y la otra por quienes apoyaron la causa palestina. Estos últimos están a favor del derecho a resistir y del derecho al retorno de los palestinos. Sin embargo, esto cambió con la creación de Hezbollah, que surgió como otro actor en el Líbano, presentándose como la resistencia contra Israel.

Actualmente, parece que la gran mayoría del pueblo libanés apoya firmemente a los palestinos, incluidas todas las comunidades. Sin embargo, muchos rechazan la idea de ir a la guerra y culpan a Hezbollah de tener derecho a decidir la guerra o la paz en el país.…

El problema en el Líbano no es Hezbollah, sino el hecho de que somos un país que nunca ha tenido la oportunidad de decidir nada. Ni siquiera pudimos decidir sobre nuestra propia constitución, Francia nos la impuso. Y, además, podemos decir que desde 1948 estamos bajo el dominio del colonialismo y de una política internacional que apoya los intereses de Inglaterra, Francia y Estados Unidos. Además, la decisión no pertenece solo a Hezbollah, ya que está bajo la égida de Irán. Y también involucra a Rusia. Lo mismo está sucediendo con los israelíes que quieren iniciar una guerra contra Hezbollah, pero Estados Unidos se lo impide actualmente.

¿Ha cambiado la percepción sobre Hezbollah desde su creación hasta hoy?

No lo creo, tenemos la misma división de la que os hablaba antes.

Sin embargo, en el libro Résistante usted explica que, en el fondo, usted era pacifista, pero, “impresionada por ella (Sanaa Mehaydle), yo estaba dispuesta a unirme a esta causa”, ¿cree que la acción de Hamas podría ser una referencia para ¿jóvenes palestinos y/o libaneses?

No creo que sea una cuestión de si la gente apoya a Hamas o no. Con o sin Hamas, el Estado de Israel tiene todo el poder. Podemos tomar como ejemplo la distribución del agua, ya que tienen control absoluto sobre ella. Esto significa que pueden decidir si cortan o no el suministro de agua a una casa, a un hospital o a toda Cisjordania.

El problema en el Líbano no es Hezbollah, sino el hecho de que somos un país que nunca ha tenido la oportunidad de decidir nada.

¿Qué papel juegan los medios de comunicación en esta situación? ¿Podría esto fortalecer aún más la islamofobia en Europa?

La islamofobia ya existía antes de la ofensiva. Debemos entender que esto es una consecuencia del fin de la Guerra Fría. Una vez eliminada la URSS, Estados Unidos alimentó este sentimiento mediante la ecuación: todos los musulmanes son terroristas y, por tanto, estamos contra todos los musulmanes. Esto es lo que sucede cuando los medios europeos comparan a Daesh con Hamas. No es posible, están demasiado separados. La gente necesita entender que Hamas es un partido que trabaja contra la ocupación de Palestina. Y también se deben reconocer el derecho internacional y los derechos humanos. Es imposible que estas medidas se apliquen según los intereses de las potencias coloniales.

Cuando fuiste encarcelada, al mismo tiempo se lanzó una campaña internacional para tu liberación. ¿Crees que esto también funcionará con Georges Abdallah? ¿Puede el contexto actual influir en ello?

Sí, la situación ha empeorado. En Francia se canceló una conferencia en Marsella que estábamos preparando desde hacía dos meses. Tampoco pudimos manifestarnos, como cada año, hacia la prisión donde está encarcelado Georges Ibrahim Abdallah. Lo que significa que, después de 40 años de prisión, Georges Abdallah se enfrenta a una nueva batalla por las opiniones de Estados Unidos y Francia.

Al igual que Georges Abdallah te defines como libanesa, comunista y de familia cristiana ortodoxa griega. ¿Por qué es tan importante enfatizar la religión en este caso?

No es que me defina como greco-ortodoxo, pero así está indicado en mi documento de identidad. No fui yo quien decidió eso. De hecho, es Francia, a través de la Constitución, la que decidió que al nacer una debe identificarse con una religión. Esto le dio poder a la religión en el país. Y no hemos hecho nada para cambiarlo.

Tu lucha fue por un Líbano libre, un país en paz y fundado en los ideales de justicia y democracia. ¿La gente todavía mantiene un espíritu de cambio?

En el Líbano no podemos pensar en democracia, porque antes necesitamos un Estado. Hasta ahora tenemos muchas entidades religiosas, pero ninguna constitución nos une como ciudadanos libaneses.

¿Crees que la Revolución de 2019 era el momento de cambiar eso?

No, fue una insurrección, porque después todas regresaron a su comunidad, donde compartían los mismos intereses. Fue un momento muy importante, pero no se le puede llamar revolución. Mi opinión se basa en que había muchos intereses compartidos, pero aquellas que querían cambiarlo todo eran un grupo muy pequeño.

¿Qué sería para ti un Líbano libre?

Me considero una persona muy optimista. Sin embargo, cualquier cambio lleva tiempo. Estamos en un proceso de globalización y esto dificulta cualquier transformación. Podemos mirar a Shanghai, Taiwán, Ucrania, Palestina… Sin embargo, creo que ésta es una oportunidad única para plantear el problema a las potencias coloniales. Apoyo a Palestina, no porque sea árabe o libanesa, porque tenga amigos palestinos o porque sea una situación de injusticia. Sino porque, después de muchos años, veo que este es el único caso que pone el derecho internacional sobre la mesa. Al mismo tiempo, se enfrenta a las potencias coloniales que crearon la ocupación israelí. Esto muestra claramente a la opinión pública europea y mundial que los derechos humanos son una mentira, ya que solo se aplican si redunda en interés de quienes están en el poder.

20 de diciembre de 2023

Recuerda: ¡No dejes de hablar de Palestina!

La supremacía de la democracia popular sobre las instituciones liberales: el desafío de Petro frente a Barbosa

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Thomas Hobbes, un pilar de la ciencia política, revolucionó el concepto de soberanía al alejarlo de la esfera divina o sobrenatural, argumentando que reside en la voluntad colectiva de los individuos que conforman la nación y dan vida al Leviatán. La obra de Hobbes, inspirada en parte por la convulsa Guerra de los Treinta Años en Inglaterra —que también inspiraría obras como Juego de Tronos—, propone una visión del orden político anclada no en las estructuras institucionales, sean republicanas o monárquicas, ni en dogmas religiosos, sino en el pueblo inglés y su sentido político.

Hobbes, a pesar de sus simpatías ideológicas por la monarquía, se centra en la esencia del orden político: la comunidad. La soberanía, desde su perspectiva hasta la actualidad, se fundamenta en la gente, en nosotros, en la sociedad en su conjunto, incluido el presidente de la república. Nosotros otorgamos al Leviatán —el Estado— el monopolio de la fuerza, basando ese poder en el consentimiento colectivo y no en quienes ocupan temporalmente sus instituciones.

Este principio subraya que las instituciones deben ser no solo legales sino legítimas, con la legitimidad y la estructura estatal, entendidas como constructos sociales sujetas a las dinámicas cambiantes del poder. La legitimidad confiere a las instituciones su aceptación por la mayoría, delineando lo que es permitido o prohibido en la convivencia colectiva.

De esta manera, la democracia, pilar de la Constitución de 1991, trasciende las simplificaciones del discurso mediático y político predominante que la reduce a mero acto electoral. La democracia, en su esencia, va más allá del procedimiento de votación, incluyendo a aquellos excluidos por las élites que monopolizan el Leviatán para su beneficio.

Cornelius Castoriadis distingue entre democracia como procedimiento y como régimen, resaltando la importancia de la participación activa y crítica en el espacio público. Más allá, la noción de democracia sustantiva reconoce las desigualdades materiales, aspirando a un sistema que garantice justicia social y bienestar para todos, es decir los fundamentos de su verdadero propósito político.

Gustavo Petro asciende a la presidencia en un momento de cuestionamiento profundo del Leviatán colombiano, impulsado por el clamor popular por un Estado que sirva a las mayorías. Este movimiento legítimo emerge en un contexto en el que las élites tradicionales ya no pueden esconderse tras el conflicto armado para justificar la desigualdad y la violencia.

Petro consciente de que su posición no le otorga poder absoluto, insiste en que el poder en Colombia sigue siendo objeto de disputa. Los sectores dominantes —cacaos, narcos, terratenientes, familias tradicionales— continúan oponiéndose a un proyecto político que busca devolverle sentido y legitimidad al Estado, alineándolo con las demandas de justicia social y bienestar general.

La contienda actual, especialmente en torno a la elección de la nueva Fiscal General, no es solo una lucha por el control del Leviatán, sino una confrontación entre las élites que resisten cualquier cambio y las mayorías que exigen un cumplimiento tanto de los procedimientos legales como de la promesa democrática sustantiva.

Las críticas al gobierno que abogan por un respeto a las instituciones esconden hipócritamente un rechazo a la posibilidad de un Leviatán legítimamente democrático. Bajo el liderazgo de Petro y el Pacto Histórico, el intento de reconstruir el Estado según las demandas populares amenaza con disolver los privilegios tradicionales en favor de una democracia sustantiva y justa para todos. Esa es la verdadera discusión.

Universidad S.A.: lo único estable es la precariedad

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Ocho y cincuenta y dos de la noche. Abro el Cuaderno #1 de la Revista Hekatombe: “El trabajo no dignifica ¡cansa!» (publicidad no pagada jaja) y leo una consigna de la película “La clase obrera va al paraíso” de Elio Petri (1971): “Son las ocho de la mañana. Cuando vuelvas será de noche. El sol no brillará hoy para ti”

Soy profesora ocasional, lo que significa que supuestamente me contrataron porque me necesitan por un tiempo inferior a un año. Lo extraño es que ya llevo siete

¡Qué dolor leer esto! Y aún peor, espejearse en ello. Debo aclarar que escribo esto desde un lugar “privilegiado”. Incluso el hecho de que alguien esté leyendo esto, ya marca una distinción con las voces de millones de personas cuya palabra nunca será escucha o leída por otres que no les conozcan. Escribo bajo un techo, tengo electricidad, acceso a agua potable y a internet, y recibo un salario mensual a cambio de mis turnos de hasta quince horas por día. Soy profesora universitaria y hablo desde ahí.

Sin embargo, no me pidan que me trague la consigna cristiana que dice que el trabajo dignifica, y tampoco se les ocurra decirme que no me queje, casi exigiéndome que agradezca lo que tengo, porque la estabilidad de lxs profesorxs universitarixs es una ficción, es un palacio de cristal. 

la estabilidad de lxs profesorxs universitarixs es una ficción, es un palacio de cristal. 

Soy profesora ocasional, lo que significa que supuestamente me contrataron porque me necesitan por un tiempo inferior a un año. Lo extraño es que ya llevo siete, pero eso es menos raro que la historia que escuché hace poco en una asamblea de profes de la universidad en la que trabajo. A una profesora que llevaba veintidós años como ocasional, de repente no se le renueva su contrato. ¿Cuáles son las razones? A lxs profesorxs de planta, que son quienes se encargan de asignar la labor académica en esta universidad (en no pocas ocasiones de formas arbitrarias y desde su parecer), se les ocurrió construir un sistema de ponderación que calificaba a lxs profes a partir de criterios como la productividad académica, la participación en proyectos y los títulos de posgrado, donde la experiencia profesional era un porcentaje menor.

La profesora nos cuestionaba lo siguiente: ¿cómo era posible en esos años hacer posgrados, participar en investigaciones y procesos de proyección social, y al mismo tiempo producir artículos indexados cuando la ocasionalidad no reconoce tiempos para ninguna de estas tareas? Incluso esta figura no fue pensada para ello, porque somos dizque temporales, cuando hace rato que somos permanentes. Nuestra modalidad de contratación, que se usa en varias universidades del país, está centrada en la docencia directa, lo que quiere decir que tenemos cursos para orientar a tiempo completo. ¿A qué hora investigamos, nos vinculamos con procesos sociales, nos seguimos cualificando y escribimos cuando no se nos reconoce ningún tiempo para ello? 

El mensaje explícito de las academias colombianas es el de la autoexplotación. Ustedes podrán decir: ¿por qué hay personas que han logrado hacer todo esto al mismo tiempo teniendo las mismas condiciones de la profesora en mención? Justamente porque vivimos en la sociedad del rendimiento de la que habla Chul-Han, aquella del realismo capitalista donde “No vas a poder detenerte. Incluso quizá lo disfrutes”, como dialoga Fisher con la película de ciencia ficción eXistenZ de David Cronenberg (1999). 

Ustedes podrán decir: ¿por qué hay personas que han logrado hacer todo esto al mismo tiempo teniendo las mismas condiciones de la profesora en mención? Justamente porque vivimos en la sociedad del rendimiento

Nos entregamos -me incluyo- a la dinámica veloz y obediente que hace más con menos, que produce maquínicamente por el afán de hacer las cosas bien, y que se entrega con sangre, sudor y lágrimas a su trabajo. Muchxs lo hacemos por amor a esta vuelta, porque seguir estudiando tiene sentido para intentar ser mejores profes y porque creemos que construir conocimientos de otros modos tiene una utilidad para este mundo que está hecho mierda. Pero mientras eso pasa ¿qué lógica estamos sosteniendo? El neoliberalismo reduce el Estado a su mínima expresión, y con ese poquitico que nos dan nosotrxs lo hacemos todo… hacemos rendir la miseria, hacemos muy bien la tarea. 

En mi universidad unx docente de medio tiempo puede tener 220 horas de clase al semestre y alguien de tiempo completo 320. ¿Dónde aprendieron matemáticas quienes dirigen las universidades, que creen que la mitad de 320 es 220? Esta es la evidente explotación laboral que vivimos y que nos piden que agradezcamos. El nuevo ciclo de la vida, pensando en La Pestilencia, es: a la casa, a la uni y al trabajo… escribe, produce y muere. 

Ahora el profe deseable es quien más escriba y publique, más títulos acumule, más plata gestione con la empresa privada y más puntos ponga para el ranking del capitalismo cognitivo

Este es el triste panorama de nuestras academias. Ahora lo que menos importa es que seas una o un buen profesor, que tus estudiantes comprendan lo que dices, que sus voces sean escuchadas, que se les reconozca como sujetxs de saber, que en aula pasen cosas donde el aprendizaje mutuo se potencie y donde el pensamiento crítico emerja a borbotones. Ahora el profe deseable es quien más escriba y publique, más títulos acumule, más plata gestione con la empresa privada y más puntos ponga para el ranking del capitalismo cognitivo… y suena rebien, porque además podemos subir nuestro salario con los artículos… ¿qué importa lo que digan las evaluaciones docentes? 

Está seductor hacer parte de esta maquila académica con su frágil estabilidad, ¿no? Porque además mi contrato dice que en cualquier momento me pueden despedir sin justificación o no volverme a emplear, así como le sucedió a la profesora que le entregó su vida a este trabajo de mierda por 22 años. 

Paila parce, voy a seguirme quejando y exigiendo condiciones laborales dignas. No me pidan que me adapte y que me llene con las migajas, mientras sigo enferma física y mentalmente por someterme a este ritmo inhumano. Lxs estudiantes están desertando, no duermen por trabajar y estudiar al tiempo, ya no ven sentido en estar en la u, piensan en morirse de forma reiterativa, así como muchxs compañerxs profes, ¿y mi principal preocupación debe ser sostener a mi universidad en el ranking nacional a punta de precarización autoexplotada?

Me recojo en lo que leí de mi amigo João Almeida: “Cuestionemos hasta cuando van a existir márgenes y bisagras, y si más bien hendiduras que anuncian el declive de un aparato en el cual, si no sabemos posicionarnos ante su caída podemos ahogarnos con la institución universitaria en vez de salvarla” (2023, p. 26).  

Referencias

Almeida, J. (2023). Dejar de hacer universidad. Chiapas: OnA ediciones. 

Chul Han, B. (2022). La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder Editorial. 

Fisher, M. (2018). Los fantasmas de mi vida: escritos sobre depresión, hauntología y futuros perdidos. Buenos Aires: Caja Negra Editora.

Mujeres avanzando: Blanca de Moncaleano

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Blanca de Moncaleano fue pionera del anarquismo en el país. Vivió en Colombia, México, Cuba y Estados Unidos. A donde íba escribía en algún diario anarquista, lo que significó que viviera perseguida, desterrada, que fuera excomulgada y estuviera siempre llena de motivos para hablar de lo más bello del mundo:

“No hay nada más bello, y que mejor pueda llenar toda aspiración libertaria, que la Anarquía” (1915).

Mujeres avanzando

«(…) ¡Elévate, mujer y desciende como el rayo a destruir cuanto a tu camino se oponga, que el calor de tus grandes pensamientos desarrollará los gérmenes de libertad que dormitan en la conciencia de la mujer esclava!

¡Avanza, que la luz es más brillante en noches tenebrosas, y a la luz del librepensamiento tiene más esplendores cuanto más la envuelve la negra nube del fanatismo religioso!

Tus palabras, llena de horizontes de ventura, penetran dulcemente en el oído arrancando una a una de las almas irredentas las torpes enseñanzas eclesiásticas. 

El librepensamiento le dice a la mujer: ¡levántate! tú eres diamante hermoso cuyo brillo ha sido ocultado cuidadosamente por el fraile bajo la ignorancia.

Por eso el sacerdote, conocedor del valor efectivo de la mujer, lucha por todos los medios, indebidos que sean, para retenerla encadenada a sus caprichos y conveniencias.

El sacerdote dice: embrutecer a la mujer, que ella a su vez embrutece al hombre, y así dominaremos el mundo. Esta ha sido la máxima espantosa con que los curas han podido retrasar el triunfo del librepensamiento.

Por eso fue que, vencidos sus dogmas en el campo de la razón, inventaron tormentos en las prisiones secretas y hogueras en las plazas públicas, pretendiendo ¡Insensatos! destruir con todo ese aparato de torturas el don más grande y hermoso dado al hombre por naturaleza: el pensamiento libre. Y levantaron pirámides de esqueletos humanos, con los huesos de todos aquellos que se atrevieron a proclamar la libertad de pensar; parapetados tras esas montañas de osamentas pretenden todavía con sus oxidados anatemas, detener el carro triunfal del progreso y la civilización; pero ¡en vano luchan por retenerlo encadenado a sus ritos arcaicos; porque viene en su rodar aplastando todo lo que es producto de lo negativo!

Tenemos libertad de pensar, si, tanto que ya podemos decir libremente que el cura en un zángano, que aún pretende en el siglo XX vivir a expensas de la mujer esclava, esto es, que las mujeres lo vistan, le den casa, mesa abundante y todo lo necesario a cambio de una sonrisa.

No, la mujer no seguirá siendo esclava, no lo permitirá nuestra propia dignidad y ya está cerca el día que hagamos de la cruz milenaria, la tea que purifique esta atmósfera de alimañas, acabando con el imperio religioso que tantos miles de años ha torturado y ensangrentado a la humanidad.

Periódico ¡Tierra!, N° 437. Febrero 24 de 1912, p.2.

Tomado de “Blanca de Moncaleano y el triunfo de la anarquía” (2022), Amadeo Clavijo, Omar Ardila, Marco Sosa. La Valija de Fuego. Colección Ramal.

Posdata: no hay retratos de Blanca de Moncaleano.